TORONTO — Cuando Estados Unidos rechazó su solicitud de asilo, el temor de Seidu Mohammed a ser deportado a su Ghana natal, donde cree que será asesinado o encarcelado, se hizo tan grande que lo llevó a desafiar el crudo invierno para cruzar a pie la frontera con Canadá de forma ilegal.
Mohammed y su amigo perdieron todos sus dedos por congelación tras una peligrosa caminata de 10 horas a través de campos con nieve que les llegaba a la cintura y temperaturas bajo cero. A pesar de sus lesiones, los dos hombres dicen que ahora se sienten a salvo. Son parte de un pequeño aunque creciente grupo de personas que se arriesgan a cruzar la frontera norte de Estados Unidos por temor a ser deportados del país.
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“Dios bendiga a Canadá con gente buena”, dijo Mohammed, de 24 años. “Veo la diferencia entre Canadá y Estados Unidos”.
En Manitoba, en la frontera con los estados de Minnesota y Dakota del Norte, grupos especializados en ayuda a refugiados dicen que el ritmo de entradas se aceleró desde la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y tras su orden ejecutiva para impedir el ingreso al país de personas de siete naciones de mayoría musulmana. Los refugiados que hablaron con The Associated Press citaron el veto migratorio de Trump y su retórica antimusulmana durane la campaña electoral como los principales motivos para su periplo hacia el norte.
Rita Chahal, directora ejecutiva del Interfaith Immigration Council de Manitoba, dijo que su grupo suele atender anualmente a entre 50 y 60 refugiados procedentes de Estados Unidos. Pero la policía montada de Canadá explicó que, solo en los dos últimos fines de semana, más de 40 fueron retenidos en la frontera cerca de Emerson, en Manitoba.
La mayor parte de los migrantes procede de Somalia — uno de los países señalados por Trump, además de Siria, Irak, Irán, Yemen, Libia y Sudán — explicó Chahal. También llegan refugiados de Ghana, Yibuti, Nigeria y Burundi, agregó. Todos emprenden el viaje en la peor época posible.
“Esta es una de las temporadas más frías en las partes más frías del país”, señaló Ghezae Hagos, consejero en Welcome Place en Winnipeg, Manitoba, que atiende a los refugiados tras su llegada a la zona. El pasado 4 de febrero, cinco somalíes dijeron haber caminado durante cinco horas por los campos con una temperatura de -30 grados Celsius (-22 Fahrenheit), añadió.
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El aumento de actividad en el cruce de Manitoba podría estar relacionado con la condición de Minnesota como principal punto de llegada de migrantes somalíes a Estados Unidos.
Marc Prokosch, abogado especializado en inmigración en Minneapolis, señaló que en los últimos años a los somalíes se les hace cada vez más difícil obtener asilo, en parte por la falta de documentos que prueben su identidad.
Además, existe el temor a las deportaciones. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos reportó que 90 somalíes fueron expulsados del país el 25 de enero.
Bashir Yussuf, un refugiado somalí que pasó tres años en San Diego y los dos últimos meses en Minneapolis, cruzó la frontera el 5 de febrero con otras dos personas. Yussuf, de 28 años, tenía una orden de deportación desde 2015. Estaba en el país vigilado esperando el fallo que le permitiese quedarse.
“Pero cuando Trump asumió el poder, mis esperanzas murieron”, dijo.
El viaje fue “la cosa más dura que he hecho nunca”, explicó describiendo una ruta de tres horas sobre el hielo y la nieve. “Mi vida estuvo en peligro de muchas formas”.
Aunque la cantidad de cruces ilegales a Canadá es irrisoria frente a los cientos de miles que pasan la frontera sur de Estados Unidos desde Mexico, están creciendo en número.
En Quebec, la cifra se triplicó en un año a 1.280 en el año fiscal en marcha, que finaliza en marzo. Las entradas por la Columbia británica se doblaron hasta 652 el año pasado. En Manitoba, la policía interceptó a 68 personas en tres años, pero en este ejercicio llevan detectadas 430.
Aaron Heitke, comandante del sector Grand Forks de la patrulla fronteriza, dijo que se puso en contacto con los consulados de algunos países africanos pidiéndoles que difundan información sobre los peligros del invierno en Minnesota.
El ministro de Inmigración de Canadá, Ahmed Hussen, que también es refugiado somalí, recalcó que el país está recibiendo a las personas con ese estatus legal. Canadá ha acogido a casi 40.000 refugiados sirios, el triple de los que llegaron a Estados Unidos en 2016.
Mohammed, que teme por su seguridad en Ghana porque es bisexual, encontró a Razak Iyal, también ghanés, en una estación de autobús en Minneapolis. A los dos se les había negado el asilo en Estados Unidos. Preocupados por la deportación, decidieron viajar juntos y tomaron un autocar a Grand Forks, en Dakota del Norte.
En Nochebuena pagaron 200 dólares cada uno a un taxista para que los acercase a la frontera. Cruzaron a pie y temieron morir de frío hasta que un camionero los salvó.
“Estuvimos de pie junto a la autopista buscando ayuda durante al menos siete horas. Nadie estaba dispuesto a ayudarnos, nadie paró. Nos rendimos. Ese era el final de nuestras vidas”, señaló Iyal.
Mohammed e Iyal están esperando dedos protésicos e Iyal dijo que quiere llevar a su esposa a Canadá.
“Sentimos que estamos en casa”, manifestó. “Sentimos que somos parte de Canadá (…) Nos hablan con respeto”.