WASHINGTON — Es incierto el destino que tendrá el alto consejero en seguridad nacional Michael Flynn, uno de los asesores principales del presidente Donald Trump, después de reportes de que analizó las sanciones estadounidenses con un diplomático ruso antes de que Trump asumiera la presidencia.
Es ilegal que ciudadanos particulares lleven a cabo gestiones diplomáticas de Estados Unidos. Las conversaciones de Flynn también plantean dudas sobre la postura amistosa de Trump hacia Rusia, después de que las agencias de inteligencia estadounidenses concluyeron que Moscú hackeó mensajes de correo electrónico demócratas durante las elecciones.
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El domingo, un alto funcionario de la Casa Blanca eludió defender públicamente en varias oportunidades al asediado asesor. El propio presidente, que pasó el fin de semana en su club privado en Florida, aún no ha comentado el estatus de Flynn. Tampoco el vicepresidente Mike Pence, quien previamente negó que Flynn haya discutido las sanciones con Sergey Kislyak, el embajador ruso en Estados Unidos.
Pence y Flynn hablaron dos veces el viernes, según un funcionario del gobierno.
Trump ha dicho a sus allegados más cercanos que está preocupado por la situación, pero no ha dicho si planea pedir a Flynn que renuncie, según una persona que habló con él recientemente.
Flynn fue un fiel seguidor de Trump durante la campaña, pero es visto escépticamente por algunos en los círculos de seguridad nacional del gobierno federal, en parte debido a sus lazos con Rusia.
El funcionario del gobierno federal y los altos allegados de Trump hablaron bajo la condición de no ser identificados por tratarse de conversaciones privadas.
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El viernes, el diario The Washington Post informó que Flynn habló sobre las sanciones estadounidenses contra Rusia durante una conversación telefónica el año pasado con Kislyak. El informe contradijo las reiteradas negaciones de los funcionarios de Trump, entre ellos Pence, quien avaló a Flynn en una entrevista televisada.
Flynn ha admitido ante funcionarios del gobierno federal que pudo haber surgido el tema de las sanciones durante las llamadas, que coincidieron con las sanciones aplicadas por el gobierno de Obama contra Rusia por el hackeo relacionado con las elecciones presidenciales.
El asesor de política Stephen Miller, designado para hablar el domingo ante los medios en representación del gobierno, se limitó a afirmar que no le correspondía ofrecer una opinión sobre “el asunto delicado”.
“No me corresponde decirles qué hay en la mente del presidente”, dijo a la cadena de televisión NBC. “Esa es una pregunta para el presidente”.
Trump no ha ofrecido comentarios sobre las acusaciones contra Flynn.
Un funcionario de la casa Blanca, que no está autorizado a ser identificado y solicitó el anonimato, informó el viernes en un comunicado que el presidente tenía absoluta confianza en Flynn. Sin embargo, los funcionarios del nuevo gobierno han guardado silencio desde entonces en medio de los efectos secundarios de los reportes.
El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, que encabezó la planeación de la transición de Trump antes de la elección, afirmó que Flynn tendría que explicar a Trump y a Pence sus declaraciones contradictorias respecto a las conversaciones con el embajador Kislyak.
“El general Flynn ha asegurado hasta ahora que él no dijo nada semejante al embajador ruso. Creo que ahora afirma que no recuerda si lo hizo o no”, declaró Christie a la cadena CNN. “Así que esa es una conversación que va a necesitar tener con el presidente y con el vicepresidente para aclararlo, de manera que la Casa Blanca pueda estar segura que sabe con total precisión lo que ocurrió”.
El viernes, varios congresistas demócratas pidieron que se investigue formalmente si Flynn habló sobre las sanciones durante la conversación.
El Kremlin negó el viernes que Flynn y Kislyak hayan hablado sobre las sanciones antes que Trump asumiera el cargo.