El presidente de EEUU, Donald Trump, ratificó hoy el “fuerte apoyo” de su Gobierno hacia los “desafíos de seguridad” de la OTAN y confirmó que asistirá a una cumbre de líderes de este organismo a realizarse en Europa en mayo próximo.
Durante una conversación telefónica que sostuvo esta tarde con el secretario general de este organismo, Jens Stoltenberg, ambos líderes “acordaron continuar una estrecha coordinación y cooperación para hacer frente a toda la gama de desafíos de seguridad a los que se enfrenta la OTAN”, según informó la Casa Blanca en un comunicado.
En la que es la primera conversación que ambos mantienen desde que Trump asumió la Presidencia estadounidense el pasado 20 de enero, los líderes discutieron “cómo alentar a todos los aliados de la OTAN a cumplir con sus compromisos de gastos de defensa”.
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Trump ha acusado numerosas veces a la OTAN de estar “obsoleta”, y el año pasado criticó a los socios europeos de la Alianza por no aportar suficientes fondos, además de sugerir que podría reducir el apoyo estadounidense a ese bloque transatlántico.
Respecto al conflicto fronterizo en Ucrania, Trump y Stoltenberg abordaron “la posibilidad de una solución pacífica del conflicto a lo largo de la frontera” de este país, de acuerdo a la Casa Blanca.
Precisamente, el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, se mostró hoy “preocupado” por el papel de Rusia en la escalada de la violencia en el este de Ucrania, aunque no descartó que el Gobierno pueda levantar las sanciones a Moscú sin que haya grandes cambios en la postura rusa ante la crisis ucraniana.
“Estamos observando (a Rusia). Y estamos muy preocupados por las crecientes hostilidades durante la última semana en el este de Ucrania”, aseguró Pence en una entrevista en la cadena de televisión ABC News.
El contacto telefónico entre Trump y Stoltenberg ocurre mientras los líderes europeos observan hasta donde puede llegar la voluntad expresada por Trump de cooperar con Rusia en la lucha contra la organización terrorista Estado Islámico (EI).
El tono cálido de Trump hacia Rusia lo ha llevado incluso a sugerir en enero pasado que podría poner fin a las sanciones contra Moscú por la injerencia en Ucrania a cambio de un nuevo recorte en los arsenales nucleares de ambos países.
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Francia y Alemania, que también impusieron sanciones a Rusia dentro de la Unión Europea (UE), han subrayado que el levantamiento de las restricciones solo se debe plantear en la medida en que haya progresos rusos en el cumplimiento de los acuerdos de Minsk sobre el conflicto en el este de Ucrania.
Esta misma semana el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, calificó de “preocupantes” las declaraciones de la nueva Administración estadounidense y consideró que, sumado a otros factores, contribuye a hacer el futuro “impredecible”.
En la carta de invitación dirigida a los líderes de los 27 países de la Unión Europea (salvo el Reino Unido) para la cumbre informal del 3 de febrero en Malta, Tusk advirtió además de que el cambio en Washington “pone a la UE en una situación difícil”.
El pasado 27 de enero, Trump firmó una orden ejecutiva por la que se suspende durante 120 días el programa de acogida de refugiados de Estados Unidos -o indefinidamente, en el caso de los refugiados sirios- y detenía durante 90 días la emisión de visados para ciudadanos de siete países de mayoría musulmana: Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Irán y Yemen.
Tusk abogó recientemente al Gobierno de EEUU para que preserve “el vínculo transatlántico sin el cual el orden global y la paz no pueden sobrevivir”.
En esa línea, y ante las preocupaciones suscitadas tras las críticas de Trump a la OTAN, el vicepresidente Pence y el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, reafirmaron este jueves en Washington el rol de la alianza transatlántica para preservar la estabilidad en ambas regiones.
Pence y Gabriel “estuvieron de acuerdo en la rol central de la OTAN para garantizar la seguridad y la estabilidad en América del Norte y Europa. También reafirmaron que todos los aliados de la OTAN deben cumplir con sus obligaciones y contribuir a la seguridad común”.
El mandatario estadounidense culminará el lunes su estancia en el club social de su propiedad Mar-a-Lago, en Palm Beach, en el sur de Florida, donde se encuentra desde el viernes y además fue el punto final de una manifestación de opositores a sus políticas realizada la noche del sábado.
Antes de abandonar Florida, el presidente tiene previsto sostener un encuentro con altos mandos militares en la base aérea MacDill, en Tampa, en la mañana del lunes.