Los mayores incendios que ha sufrido Chile en su historia se encuentran “mayoritariamente controlados”, declaró la presidenta chilena Michelle Bachelet el sábado.
Por el momento no se cuenta “con nuevos focos significativos y los demás están mayoritariamente controlados. Esa es una buena noticia, no significa, sin embargo, que estemos bajando la guardia”, señaló la mandataria en su informe diario sobre la catástrofe, en que agradeció a quienes han participado en las tareas de extinción. En las últimas horas, la lluvia y el descenso de temperatura han ayudado a contener el avance del fuego. Para Bachelet ahora inician las labores de reconstrucción y de apoyo a las zonas y las actividades productivas afectadas. “Aquí no se trata sólo de reponer lo que había: hay que actuar pensando en reducir a futuro las situaciones de riesgo”, detalló la mandataria. “Podemos estar orgullosos que frente a algo así Chile ha respondido, pero no podemos dejar de combatir ni prevenir nuevos incendios, porque sabemos que estamos todavía en la temporada” que dura habitualmente hasta abril. Horas después, la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI) y la Corporación Nacional Forestal (CONAF) —a cargo de la gestión de los incendios— se pronunciaron en la misma línea en su más reciente informe conjunto. “Estamos acercándonos al cierre de esta mega emergencia”, afirmó en rueda de prensa Aarón Cavieres, director de CONAF. Si bien añadió que prácticamente todos los incendios registrados durante este periodo se encuentran contenidos, Cavieres puntualizó que “queda controlarlos y extinguirlos, pero ya no hay un avance de los incendios forestales… eso no significa que no vaya a haber más incendios”. Según los datos de la CONAF, en la presente temporada de incendios,del 1 de julio de 2016 a la fecha, más de medio millón de hectáreas han sido consumidas en todo el país. El fuego ha arrasado a su paso con poblados enteros, viviendas, pastos, viñas, árboles frutales, ganado e incluso granjas de abejas que han quedado gravemente afectadas y por las que se teme especialmente debido a su rol fundamental en el ecosistema en la polinización de nuevas plantas y flores —algo esencial en la repoblación de los terrenos afectados.