Luego de 65 años de enemistad, los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos (EE. UU.) anunciaron el 17 de diciembre de 2014 que darían paso al restablecimiento de relaciones diplomáticas, un hecho histórico que marcó una nueva era entre ambos países.
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Esto despertó entre las personas un interés particular por descubrir, entender y, de algún modo, vivir en Cuba, un país que se quedó en muchos aspectos congelado en la década de 1950, tras la imposición de un bloqueo económico por parte de EE. UU. Hasta allí llegó Metro, en octubre de ese mismo año, y en la serie especial “Cuba hoy” mostró a los lectores cómo era la vida cotidiana de los cubanos en su diario vivir: desde su despertar, sus comidas y la libreta de sustentos, hasta sus sistema de salud, sus lugares históricos y los sacrificios que hacen muchos para ganarse el sustento.
En julio de 2015, el presidente de EE. UU., Barack Obama, abría en Cuba nuevamente las puertas de la embajada de la nación estadounidense en suelo cubano. Fue el primer presidente estadounidense en pisar la mayor de las Antillas en 87 años. Si bien aún el Congreso de EE. UU. no levanta el embargo económico, Obama y el presidente de Cuba, Raúl Castro, lograron acuerdos para permitir que empresas estadounidenses tengan acceso a Cuba —como aerolíneas y cruceros— y el interés por mejorar las relaciones es tanto que EE. UU. por primera vez no votó en la reunión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en contra de levantar el embargo a Cuba.
Sin embargo, resulta impredecible cuál será el movimiento del presidente electo, Donald Trump, respecto a la relación del gobierno estadounidense y el cubano, así como las acciones –si alguna– que tomará el Congreso.
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“Lo único que podemos observar ahora mismo es que eso es un área que es tierra desconocida, porque los cambios que han habido en la política de Estados Unidos hacia Cuba han sido movidos completamente desde lo que es el poder presidencial y la figura del presidente, es decir desde la Rama Ejecutiva”, explicó a Metro el licenciado Phillip Escoriaza, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Escoriaza recalcó en que pese a los cambios impulsados por Obama, el Congreso dominado por el Partido Republicano durante gran parte del mandato del demócrata en los últimos ocho años, no ha pasado juicio sobre las acciones del Ejecutivo respecto a las relaciones con Cuba y no ha mostrado señales de interés por levantar el bloqueo económico impuesto por el gobierno estadounidense desde el 1960 y que adquirió carácter de ley en 1992.
“Aún persiste la ley de sanción económica contra Cuba, esa ley no ha cambiado. Lo que ha cambiado es que dentro de su poder ejecutivo, Barack Obama hizo unos acercamientos, abrió la embajada, permitió que ellos abrieran la embajada en Estados Unidos, pero todavía no se ha puesto a prueba cuánta disposición hay de parte del Partido Republicano”, dijo el analista.
Por otro lado, a pesar de que Trump publicó un tuit posterior a las elecciones (28 de noviembre de 2016) en el que dice que “revertirá las órdenes ejecutivas y las concesiones de Obama hacia Cuba hasta que se restablezcan las libertades” en la isla, para el profesor Escoriaza, el presidente electo ha resultado ser “una caja de sorpresas y no hay en realidad una señal clara, inequívoca, que nos permita predecir con certeza qué va a hacer Trump”.
El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre el gobierno de Estados Unidos y el de Cuba, ha dado paso a una serie de acuerdos que han permitido la entrada de empresas estadounidenses en la isla, principalmente aerolíneas y cruceros, lo que puede representar un elemento de presión para Trump.
“Desarrollar nuevos mercados y oportunidades de negocios para empresas de Estados Unidos que redunden en creación de empleos en Estados Unidos estaría alineado a uno de los pilares esenciales en la campaña de Trump”, explicó el profesor.
“Visto desde esa óptica, en la medida en que ha habido mayor penetración u oportunidades para las empresas estadounidenses de hacer negocios lucrativos en Cuba, eso definitivamente va a tener un efecto moderante en la actitud que tome la administración Trump, que ve alineado su interés de desarrollar el comercio y la economía estadounidense”, añadió Escoriaza.
De acuerdo al analista, los esfuerzos de Obama dirigidos a abrir mercados en Cuba para empresas estadounidenses pueden ser una de las herramientas más eficaces para convencer a la administración Trump –de la mano con el Congreso– de que podría ser efectivo cambiar significativamente las herramientas de presión sobre Cuba, “moviéndose de una actitud punitiva y de exclusión a una de influencia, promoviendo el cambio mediante la participación del capital estadounidense en el desarrollo de empresas lucrativas en Cuba de beneficio para la base económica de Estados Unidos.