Recientemente hemos escuchado mucho sobre el impacto que tendrá el “Neuromarketing” en el mercadeo moderno. Y también cómo este será una pieza esencial en el desarrollo de nuevos productos.
Neuromarketing no es otra cosa que la integración del mercadeo en especial las estrategias de investigación, con la tecnología de la neurología y la neurociencia. Este maravilloso junte se da, con el solo propósito de entender y predecir la conducta del consumidor. Para los profesionales de mercadeo, principalmente los dedicados a la investigación y el desarrollo de nuevos productos, el norte siempre ha sido el poder anticipar y predecir el comportamiento de los clientes en su proceso de toma de decisiones. Queremos saber el momento exacto en que un cliente toma la decisión de adquirir nuestro producto y el por qué éste selecciona nuestro producto entre varias opciones similares en la categoría.
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Imagina lo que pasaría si pudiéramos predecir el comportamiento de nuestros clientes potenciales e identificar cuáles son sus criterios de selección y las razones por las que se deciden a adquirir un producto versus otros. El resultado es que podríamos desarrollar estrategias específicas para estimular consistentemente la preferencia e intención de compra de todos nuestros productos y servicios de manera sostenida.
El concepto estratégico detrás del “Neuromarketing ”utilizando herramientas de medición de la actividad cerebral y sensorial, es entender cómo el cliente discrimina entre varias opciones a la hora de escoger un producto. De manera específica se busca identificar y entender y cuáles son sus criterios o razones de selección determinantes. Ya se ha logrado a través de las herramientas disponibles, como las tecnologías de imágenes del cerebro, identificar de manera precisa, qué áreas del cerebro se excitan cuando lo exponemos a diferentes estímulos e imágenes que presentan variados atributos de un producto. En un futuro cercano, y con el avance acelerado de la tecnología, podremos saber de manera precisa, qué atributos estimulan positivamente a nuestros clientes potenciales; incluyendo las texturas, los aromas y las formas de nuestros empaques.
Pronto podremos inducir la intención de compra; creando mensajes publicitarios que impactarán las zonas del cerebro que gobiernan la toma de decisiones. Y todo esto, con la precisión de un reloj suizo.