Era el día del examen final. Toda la presión estaba sobre los alumnos, cuando uno de ellos se dio cuenta de la peor noticia posible: se le había acabado la tinta del lápiz.
Ante esto, haciendo caso a las reglas del profesor que prohibió que los estudiantes hablaran entre ellos, levantó la mano y le pidió si le podía prestar un bolígrafo.
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Nunca esperó la siguiente respuesta del docente: “¿Vienes a examinarte sin lápiz? ¿Por qué te molestas en venir?”. Y no solo fue eso, sino que prosiguió. “Es culpa tuya si has sido descuidado. Si eres tan listo, haz el examen sin bolígrafo”.
Todo esto, es relatado por el supuesto alumno en la red social Quora de acuerdo a lo consignado por el diario ABC. En el escrito, el menor asegura que tras la respuesta, el profesor lo quedó mirando con cara de provocación, y que solo el ingreso de otro docente quien sí se apiadó de él y le prestó una lapicera, le permitió realizar el examen.
Pero, todo comenzó antes. “Trató de ponerme en ridículo varias veces haciéndome preguntas cuando no estaba prestando atención, pero siempre sabía responder y nunca fui irrespetuoso con él”, aseguró.
Tras el episodio, fue a la dirección a presentar un reclamo contra el docente. Pero como no obtuvo una respuesta satisfactoria, se le ocurrió que la única solución era idear una venganza.
Por lo mismo, comenzó a buscar en Internet algún dato extraño sobre el profesor, el cual podría servirle para poder atacarlo. Pero no, no había nada malo sobre él.
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Hasta que pensó: ‘¿y si escribo su correo electrónico?’ Lo hizo, y de inmediato encontró lo que buscaba: el profesional había solicitado en varias ocasiones los servicios de prostitutas.
El alumno fue a dar la exclusiva a un medio de la localidad en donde vive y todo se propagó rápidamente. El escándalo terminó con el despido del docente, mientras que su esposa le pidió el divorcio.
“Es una historia real de venganza despiadada, implacable, egoísta y rencorosa. Soy consciente de que me criticarán y no me importa”, recalcó el autor de la vendetta.
Pero no todo quedó allí. Ya que pese a que le había arruinado la vida al docente, le faltaba el paso final: reírse de él. Así que le envió el siguiente mensaje, el cual no tuvo respuesta: “Ahora comprendo la importancia de la lección que trataste de enseñarme. Si hubieses escuchado tus propias palabras (…) es culpa tuya si has sido descuidado”.