Nadie sabe por qué, pero nos han hecho creer que al gerundio hay que evitarlo como a la peste. ¿Por qué? Y… ¿qué rayos es un gerundio? Mire, el gerundio es, simple y llanamente, una acción en desarrollo. Es decir, que ni es pasado, ni es futuro ni es presente… Es un continuo que no ha terminado. Por ejemplo: Yo estoy comi-endo o él está bail-ando. Claros y relajados.
Entonces, ¿qué es lo que pasa? Nadie lo explica mejor que Vaquero: “(…) del siglo 18 para acá, el gerundio no se está quieto (…) es adverbio como adjetivo.(…) Al gerundio no hay quien lo gobierne”. Añade incluso que la Academia“(…) se enzarza en una serie de disquisiciones trasnochadas que marean a cualquiera”. Y tiene toda la razón, como siempre.
Usando sus ejemplos, nos formulamos las mismas preguntas: ¿por qué se “puede decir” agua hirviendo o casa ardiendo, y NO, caja conteniendo papeles? Vaquero nos ofrece un truco sencillo para resolver este emburujo: Si usted puede relacionar el gerundio con el verbo e incluso referirse a él, no hay problema. ¿Ejemplo? “Presentaron las ponencias citando las razones”. Si se fija, el gerundio se refiere a cómo se presentaron las ponencias, por lo cual no hay problema. Otro ejemplo sería: Encontraron a los estudiantes ordenando los libros. ¿Cómo los encontraron? Ordenando. Como el gerundio, este Bocadillo sigue en desarrollo, así que me voy despidiendo prometiendo una merecida secuela al gerundio.