¿Recuerda las salchichas Carmela? Pues así mismito son muchos anglicismos, por donde quiera se cuelan. Me voy más lejos. Usamos anglicismos que ni siquiera sabemos que lo son. Creemos que son palabras muy castizas pero nada que ver; son todas una recua de impostoras. Por ejemplo, gasolina . ¿Patidifuso? ¡No es para menos! Encima de que está carísima, ¡es un anglicismo! La castiza es combustible. Yo echo gasolina al carro, otro anglicismo de cuatro ruedas que nos llega de “car” (es un anglicismo adaptado al español). Gasolina hizo su entrada al diccionario como quien dice, antes de ayer (2001). ¿Sorprendido? No, asombrado tal vez. Pero eso es otro Bocadillo. Regresando a la impostora gasolina, es bueno que sepa que el tanque donde la echa, también, es un anglicismo. Y así, montones de palabras impostoras. Por ejemplo, afiche es cartel o anuncio. Ambientalista, también es un anglicismo que viene de environmentalist. Y, si por si acaso, usted no tolera los anglicismos, el diccionario nos ofrece la muy castiza ecologista. Y ahora póngase el cinturón de seguridad: bebé, es un anglicismo que nos llega de baby, y sustituye a la españolísima hijo. Así que ya sabe, si tenía planes de tener un bebé, pero es alérgico a los anglicismos, protéjase con un diccionario de anglicismos, o limítese a tener hijos. Como las anteriores hay muchas otras impostoras que usamos a diario sin saber que lo son: autoridad, forma, infante, invasivo, evento, socializar, supermercado, cheque, reportaje, rentar, reaccionar, población, y bajar de peso en vez de adelgazar. Este tema no es un asunto simple. ¿O debo decir sencillo?
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