Estilo de Vida

Más común ver treintañeros viviendo con sus padres

La pandemia aceleró una tendencia de jóvenes adultos que permanecen viviendo son sus padres.

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Antes de las primeras décadas de este siglo, era un imperativo cultural, casi universal, que los hijos adultos se independizaran lo más rápido posible de sus padres. De hecho, el que no lo hacía era constantemente criticado y caricaturizado.

Pero la pandemia lo cambió todo. Para julio del 2020, 52 % jóvenes adultos residían con uno o dos de sus padres, según un análisis del Pew Research Center de los datos del Censo.

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Entre la negociación y el apoyo

Izzy Martínez es un joven español que vive con sus padres a sus 33 años. Si bien ahora se encuentra sin trabajo, cuenta con el apoyo de ambos progenitores, con quienes se turna en colaboración para tareas domésticas, para compra y con los que comparte sus espacios. “Con mis padres va todo bien. Les parece normal realmente que viva con ellos, sin trabajo no me puedo independizar. De hecho, el otro día hablé de eso con mi madre y básicamente me dijo que como si me quedaba a vivir con ellos siempre, que no tendría problema”, explicó a Metro. “En casa, pues cuando trabajaba mi madre y yo no, pues yo cocinaba y hacía la compra, no es que me lo exigieran, pero me parece lógico hacer las cosas de casa cuando tengo tiempo y los demás no. Yo sí quiero independizarme cuando pueda, pero no estoy mal con ellos para nada”, dijo.

En Estados Unidos, incluso aún antes de la pandemia, 6 de 10 padres con hijos entre los 18 y 29 años les dieron ayuda financiera en el 2019, fuera para comida, renta o cuentas, muestra el Pew Research Institute.

“Para que tus padres no te traten como si tuvieras 10 años, muestra que eres un joven adulto responsable”.

Susan Newman, doctora en psicología, autora del libro Bajo un mismo techo otra vez

En este panorama, Izzy, analiza que los mandatos culturales de antes no aplican a su realidad: “Tengo motivos de fuerza mayor para no haber trabajado hasta ahora, y bastante me cuesta no sentirme culpable por no ser un miembro productivo de la sociedad. Si tanto mis padres como yo estamos bien así, ¿quién es nadie para decirnos lo que tenemos que hacer?”, cuestionó.

La emancipación

El psicólogo Andrés Gamba, de Areandina explicó que hay hijos que si bien no viven con sus padres, dependen de ellos, mientras que otros que viven con ellos son libres económicamente y aportan, teniendo así voz y voto dentro del hogar. “Ser emancipado es ser autónomo y no estar al amparo constante de una figura de autoridad. En este sentido, para lograr esto viviendo con los padres, se debe llegar a negociar cómo van a ser los términos de la relación, los derechos y las obligaciones y cómo el hijo puede aportar al hogar, así como el respeto de sus espacios”, afirmó el experto.

“Kant decía que la mayoría de edad implicaba tomar decisiones y ser responsable de ellas: pasa lo mismo con los adultos. Hay que tomar estas decisiones y en el hogar paterno esto se consigue con convivencia, comunicación, negociación y apoyo. Y, sobre todo, dejar los prejuicios negativos: decir que por hacerlo no se es exitoso”, concluyó el psicólogo sobre todo pensando en una generación que aún se castiga por no tener los criterios de éxito de sus padres y abuelos.

 

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