Estilo de Vida

Bocadillos Lingüísticos: ¿EL PAPA-GAYO?

La doctora Aida Vergne, profesora universitaria y lingüista nos explica que es hablar como el papagayo

Doctora Aida Vergne Suministrada

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¡Nada que ver con Francisco! ¡Mire que los Bocadillos no se meten ni con política ni con religión! Hablar como el papagayo es una locución verbal que nos remite a esas personas que hablan mucho, pero no entienden nada de lo que dicen. También, a aquellos que repiten y repiten y repiten lo que oyen, aún cuando carezca de significado para ellos, como los pericos, las cotorras y el lindo papagayo. El que repite como el papagayo, no procesa, sencillamente dice sin inteligencia, sin conocimiento. Repetir es pues volver a decir lo dicho, pero vacío de sentido. Entonces, si a lo anterior le sumamos esos lindos fenómenos que adornan la lengua oral, la situación puede ponernos en aprietos. ¿Por qué? Pues porque a diferencia de la lengua escrita, en la lengua oral NO HAY espacios entre palabra y palabra, (ni en misa, ni en el servicio ni en Plaza las Américas, ni en ningún lugar). Todas las palabras salen de su boca juntitas, no como en este Bocadillo, separadas por un espacio. Al hablar usted, yo, el cura y el pastor, pausamos para respirar, para que el otro conteste, para enfatizar algo, pero no con el fin de diferenciar unas palabras de otras. Esas fronteras entre palabras que usted cree que escucha son una ilusión; hablamos de corrido. Hablar es una continuidad física de ondas sonoras. Y esa continuidad en ocasiones nos tiende sus trampas, pues provoca cadenas de sonidos que se pueden interpretar o entender de dos maneras distintas como en el caso de “Qué desea comer” y “Quédese a comer”.  O “son las dos y media“, y “son las doce y media“. ¿Me sigue? Pues sigo. En lengua oral, el oyente puede segmentar esa cadena de palabras de dos maneras, lo cual ha dado pie a muchísimos chistes como este que me envió muy amablemente un querido y fiel METRO lector, y que reproduzco en el siguiente dialoguito:
– ¿Y tú, le temes a Chuky?
–Ni a Chuky ni a nadie.
–¿En serio?
–A NADIE, no le temo ni a Malamén.
–¿Y quién es Malamén? Preguntó curioso el interlocutor.
–No sé pero siempre que rezan dicen “y líbranos del Malamén”.
…Y del papagayo también.

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