Estilo de Vida

Bocadillos lingüísticos: PELOS EN LA LENGUA

La Doctora Aida Vergne, profesora universitaria y lingüista, nos explica las diferentes maneras en que utilizamos la palabra pelo en el español.

Doctora Aida Vergne Suministrada

PUBLICIDAD

Mi querido Metro lector, hoy le invito a que lea este peludo Bocadillo. Pelo nos llega del latín pilus, un filamento que crece en los poros de casi todos los mamíferos. Pelo es también el protagonista de muchos dichos populares.

Los hablantes usan “los pelos” para comunicar toda suerte de ideas como “ese fulano tiene pelo en pecho”, que, según Varela, “arriesga su vida por lo que sea necesario”. A veces no nos pegamos por un pelo en la loto; triste es. Está también el que se agarra hasta de un pelo para conseguir lo que quiere. Los pelos se erizan o se ponen de punta cuando atravesamos por emociones fuertes, como los terremotos, el COVID-19, el polvo del Sahara, y dejémoslo ahí, no vaya a ser que perdamos el poco pelo que nos queda ante tan peliaguda situación.

Del mismo modo, siempre hay alguien que trae las cosas por los pelos, por carecer de razón. Y, si no se le ve el pelo a alguien, esa persona está “perdida”. Tenemos también a ese que no tiene un pelo de tonto y le toma el pelo a cualquiera. En fin, que ya casi tenemos una peluca léxica con todo el pelo que encontramos en lengua oral, ¿verdad? No tener pelos en la lengua, en cambio, es decir las cosas tal cual, sin filtro. Este último dicho, aunque de origen incierto, me aseguran que se debe a la incomodidad que provoca un pelo en la boca. Por eso, cuando “no se tienen pelos en la lengua”, nada estorba para decir las cosas como son. ¿Y el pelo más añorado? Como están las cosas, el de la rana, cuando lo eche…

Para más columnas como esta sigue el Facebook de Bocadillos Lingüísticos:

PUBLICIDAD

Tags

Lo Último