Abril, cuarto mes del calendario gregoriano, nos anticipa flores y, lamentablemente este año, la extensión de la cuarentena hasta mayo o junio. El tiempo vuela en toque de queda, y el lindo abril nos agarra encerrados. Gran contradicción. Fíjese. Abril nos llega de la latina “aprilis”.
Esta, a su vez, es una contracción de la también latina “aperilis” del verbo “aperire” que significa ABRIR, aunque ¡todo esté cerrado! ¿Quién lo hubiera sospechado? ¡Abril, Abril! un mes que nos remite a JUVENTUD, pues lo que cumplen los más mozos son abriles y no años. Hernández Guerrero nos dice: “Aunque la primavera ya entró en la segunda quincena de marzo, es en este mes de abril cuando el “primer verano” –primus-vere de los latinos– y el primer tiempo –prin-temps de los franceses– alcanza toda su fuerza y su pleno esplendor: es la época en la que todos los seres vivos -las plantas, los animales y los seres humanos adquieren su mayor vigor y su hermosura más cuajada”.
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El refranero climático de García Pedraza nos regala, “En abril, poca lluvia y nubes mil”; En abril cortas un cardo y te crecen mil; El invierno no ha pasado hasta que abril haya llegado. O “Sale marzo y entra abril, nubecitas a llorar y campitos a reír. En abril, aguas mil, si no al principio, al medio o al fin. Ni abril sin flores, ni juventud si amores”.
¿Canciones para Abril? Montones, como aquella de Silvio que nos rescata del encierro cuando nos dice: Mucha más, allá de mi ventana, las nubes de la mañana son, una flor que le ha nacido a un tren. Mucho más allá de mi ventana, mi esperanza jugaba a, una flor, a un jardín, como esperando abril”. Para poder abrir, quédate en casa en abril, en mayo, y en junio si es necesario. Seguiremos esperando a Abril.
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