CABO CAÑAVERAL, Florida, Estados Unidos — Hornear galletitas en la Estación Espacial Internacional toma dos horas, mientras que en el planeta Tierra toma apenas 20 minutos.
Las galletas tienen un aspecto más o menos normal, pero hasta ahora nadie sabe su sabor pues están en su envase hermético diseñado para poder estar en el espacio, en un laboratorio cerca de Houston, después de que llegaron a nuestro planeta en una cápsula de SpaceX. Son las primeras galletas cocidas totalmente en el espacio.
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Los fabricantes del horno sabían que las galletas tardarían un poco más que en la Tierra, pero no pensaban que la diferencia sería tan grande.
“Tendremos que investigar un poco más a fondo para entender la raíz de esa gran discrepancia, pero definitivamente es un resultado maravilloso”, declaró Mary Murphy, ejecutiva de la empresa Nanoracks, basada en Texas. “En términos generales creo que para ser una primera experiencia, fue magnífica”.
Nanoracks, ubicada cerca del Centro Espacial Johnson en Texas, diseñó y construyó el pequeño horno “Zero G” que fue llevado a la estación en noviembre pasado. Las cinco galletas crudas estaban ya en la estación, congeladas.
El astronauta italiano Luca Parmitano fue el chef de turno en diciembre e incluso transmitió la descripción de lo que hacía al elaborar las galletas una por una.
La primera galleta estuvo en el horno 25 minutos a 149 grados centígrados (300 grados Fahrenheit) pero salió cruda. Entonces Parmitano duplicó el tiempo de horno para las dos siguientes, y los resultados seguían siendo decepcionantes.
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Fue la cuarta la que salió bien, tras estar en el horno dos horas.
“Ahora sí veo que están un poco cocinadas”, anunció por radio en ese entonces. “No sé si estarán cocinadas por dentro pero por lo menos ya no tienen apariencia de ser masa cruda”.
Seguidamente aumentó la temperatura en el horno a su máximo: 163 grados centígrados (325 Fahrenheit) y dejó la galleta 130 minutos adentro. Salió incluso mejor que las anteriores.
Falta hacer más experimentos para cerciorarse de que las galletas están en condiciones de ser ingeridas por seres humanos.
En cuanto al olor de las galletas, los astronautas percibieron el aroma cuando las sacaron del horno, excepto la primera.
Ese es el encanto de cocinar en el espacio, estimó Mike Massimino, un ex astronauta que ahora enseña en la Universidad de Columbia y trabaja como vocero de DoubleTree by Hilton. La cadena hotelera fue la que suministró la masa para hacer la galletas espaciales y ha ofrecido mandar una de las galletas al Museo Aeronáutico de la Smithsonian Institution para su exhibición.
“Las galletas recuerdan el hogar y eso es sumamente importante… La comida es importante no sólo por la nutrición sino para mantener un buen ánimo, para darle a la persona una sensación de vínculo con su hogar, con la Tierra”.