LA HABANA— Una cancha de básquet estatal repleta de jóvenes sirvió de escenario para que una marca de moda privada cubana presentara su colección, un paso en la relación de los pequeños emprendedores isleños y las dependencias públicas en Cuba, a donde los nexos entre ambos son todavía tensos.
La marca de moda Clandestina convocó el viernes a la noche a un desfile con sus creaciones inspiradas en las glorias del deporte cubano. Hubo música, luces de colores, lentejuelas, calzas, pantalones cortos con estampados, tenis y mucha indumentaria holgada y de algodón.
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Pero sobre todo estuvo la presencia de miles de personas que llenaron el pequeño estadio para darle seguimiento a la colección.
Clandestina es una de las primeras marcas de los emprendedores cubanos, que emergieron luego de las reformas del expresidente Raúl Castro a comienzos de la década y mediante la cual permitió una tímida iniciativa privada con la apertura de algunos rubros a los particulares, sobre todo en temas como gastronomía, transporte, alojamiento y algunos oficios.
Tres internacionalmente reconocidos atletas incluso desfilaron en la noche del viernes: la corredora Ana Fidelia Quirot, el saltador de récord mundial Javier Sotomayor y la jugadora de voleibol Regla Torres.
“Esta es una manifestación de la cultura cubana y para nosotros es un orgullo, un honor y nos están rindiendo homenaje por toda la gloria que en nuestra vida deportiva pudimos darle a nuestro país”, dijo Quirot a periodistas luego del desfile.
En Clandestina “están haciendo un trabajo que dignifica a nuestra nación y eso no tiene que ver con que sea particular o estatal. No importa. Representa a Cuba”, agregó la atleta que actualmente trabaja para el oficial Instituto Nacional del Deporte y suele representar a la isla en los foros internacionales.
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Una fuerte burocracia, una ley muy limitada para la instalación de negocios propios; o la ausencia de cualquier autorización para que los profesionales como arquitectos o contadores ejerzan por sí mismos muestran lo que muchos funcionarios de medio rango dicen en voz baja, que consideran al sector no estatal un mal necesario para superar la crisis en el país, pero sin que se termine de apreciar su valor.
Además, los pequeños empresarios no tienen personalidad jurídica ni están oficialmente autorizada las empresas, aunque algunas funcionen como tal.
La primera dama cubana, Lis Cuesta, parece haberse convertido en una promotora de las marcas cubanas y no se ocultó que durante la reciente visita de los reyes de España a mediados de noviembre lució vestidos de la firma Dador, otro pequeño estudio de diseño local.
Idania del Río, una de las dueñas de Clandestina, indicó que había sido complicado conseguir los permisos, pero agradeció el hecho de que finalmente los dejaran usar el estadio, que forma parte del amplio sistema de centros deportivos –todos estatales– en Cuba.
“Anteriormente no se podría haber hecho, todo esto es un proceso que viene a partir del emprendimiento en Cuba”, manifestó, por su parte, Gabriel Lara, uno de los diseñadores de la colección inteligentemente elegida por Clandestina por la popularidad de estas glorias deportivas en el país y su aceptación.