Durante la adolescencia, se suelen experimentar los mayores cambios físicos y mentales tanto en mujeres como hombres, y con ello se pueden desarrollar ciertas prácticas que si no son atendidas a tiempo pueden traer efectos devastadores.
Tal es el caso del cutting o conducta de autolesión a través de cortaduras, golpes o quemaduras, que se presenta más en niños y adolescentes de entre 11 a 19 años, en su mayoría féminas.
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“Quienes hacen cutting sienten un alivio a través de este dolor físico, sienten un alivio a su dolor emocional. Ellas canalizan su dolor emocional a través de ese dolor físico”, explicó en entrevista con Metro la presidenta de la Fundación Pasarela de Mujer, Yadira Díaz. La práctica es más común en niñas con diferentes trastornos emocionales y mentales, como depresión, trastorno límite de personalidad, violencia en el noviazgo, víctimas de violación, falta de identidad y bipolarismo; asimismo, niñas que atraviesan por situaciones como bullying, autoestima baja y rechazo por orientación sexual diversa.
La Fundación desarrolló la campaña “Corta la ansiedad y tristeza, no tus muñeca” en busca de ofrecer grupos de apoyo y orientaciones en escuelas. Buscan preparar voluntarios para que puedan ofrecer los talleres en las escuelas, con la finalidad de concienciar sobre el tema, que, según mencionó Díaz, en Puerto Rico es un tabú.
Según estadísticas a nivel de Estados Unidos reseñadas por Díaz, lo más frecuente son cortes en los brazos, seguidos por los muslos. También se los hacen en el abdomen y las piernas. “Antes se había encontrado que era un 9 %, pero ya ha aumentado significativamente llegando a alcanzar el 21 % de los niños y jóvenes”, explicó. La automutilación incluye cortes, que según estadísticas, representan un 45 %; golpes, un 17 %; y otros —como quemaduras de cigarrillos o fósforos, jalarse el cabello—, con un 19 %. “He atendido niñas desde 11 años hasta 19 años, pero surgen casos en otras edades. Conozco de un caso de una mamá que llevaba muchos años automutilándose y tenía una niña de 5 años, y lo practicó viendo a su mamá”, narró la presidenta de la Fundación.
Señaló, además, que al ser una práctica que se torna constante, “la automutilación se convierte en una adicción, igual que la droga, que el alcohol. Cuando el niño o la niña continúa haciendo esto, se convierte en una necesidad para ella. Es algo que trabajamos, que puedan romper con la adicción”. La Fundación ofrece drama terapia, arte terapia, así como sesiones de autoestima, valor propio y concienciación sobre los peligros del cutting. A través de grupos de apoyo con los profesionales de la salud, trabajan con las niñas que lo practican y sus familias. “Las ayudamos a levantarse y a que ellas puedan empezar a creer en ellas mismas y puedan dejar la práctica”, explicó.
Aunque de por sí es una práctica con serias repercusiones, provoca también otros problemas, como por ejemplo pérdida de la sensibilidad en la piel, laceración de la piel, peligro de infecciones que, incluso, pueden llevar a la muerte, así como impactar una vena en medio del corte y provocar la muerte.
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“En los jóvenes son marcas que no se van, son cicatrices que se quedan para toda la vida y dañas tu cuerpo, daña la imagen”, reflexionó la también dueña de una academia de modelaje. Díaz aclaró que “muchas veces, la gente piensa que es intento de suicidio, y es todo lo contrario, no tienen en mente suicidarse”.
La portavoz reveló que comenzó con el proyecto porque tiene una academia de modelaje llamada Pasarela y fue allí donde descubrió que varias niñas tenían cicatrices en sus brazos hasta que conoció que se trataba de esta práctica. A raíz de que ya había trabajado con el tema de la violencia de género como parte de su fundación como sobreviviente, decidió que el cutting era un tema que debía trabajar.
“Un día me reuní con una de las niñas y le pregunto, y me dijo: ‘Lo que pasa es que yo me cortaba’ y de ahí empecé a estudiar el tema. En Puerto Rico, fuera de lo que son psicólogos y psiquiatras, nadie está trabajando de lleno con lo que es la automutilación”, recordó Díaz.
¿Qué hacer?
- Siempre estar pendiente a sus hijos e hijas, porque siempre visten con manga larga o muchas pulseras.
- Pendiente a lo que tienen, pues se pueden cortar hasta con papel, hebillas, lápices.
- Si conoce a una persona que está practicándolo, notifíquelo a un adulto inmediatamente.
- Buscar ayuda profesional con psicólogos y psiquiatras, y grupos de apoyo, como el de la Fundación Pasarela de Mujer
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