Robert, nombre ficticio, pensó que su tartamudez sería obstáculo para cumplir su sueño de ser patólogo del habla y lenguaje (PHL), pero no fue hasta que ingresó en la universidad y tomó el curso de desórdenes de fluidez que logró descubrir que su condición podía ser controlada con ayuda terapéutica. Fue así como decidió continuar con sus estudios de bachillerato y maestría, y se convirtió en un exitoso patólogo del habla y lenguaje. En la actualidad, su especialidad es con la población tartamuda.
La Asociación Americana del Habla, Lenguaje y Audición (ASHA) define la tartamudez como un desorden de comunicación que afecta la fluidez del habla y que comienza durante la niñez y, en algunos casos, perdura toda la vida. Este trastorno se caracteriza por las interrupciones en la producción de los sonidos del habla, también denominadas disfluencias.
De acuerdo con la catedrática asociada Margarita Hernández, quien imparte el curso de Desórdenes de Fluidez a nivel de bachillerato y maestría, de la Universidad Carlos Albizu, la mayor parte de las veces, cuando más disfluentes “nos ponemos es cuando estamos hablando bajo nivel de tensión, ansiedad o excitación. Esto es una condición que se observa mucho en la edad preescolar o escolar, entre los 3 y los 5 años, pero puede pasarnos a todos en cualquier momento”.
Añadió que, aunque no se sabe la causa de la tartamudez, “se pueden relacionar, directamente, estos episodios de un habla que no es fluida, con un momento de ansiedad; por ejemplo, cuando estamos ante una entrevista de empleo, informes en el salón de clases, a los niños se les expone a recitar poesía o hacer algún tipo de drama en la escuela ante mucha gente y no se siente preparado. En situaciones así, se observa más la condición”.
En ocasiones, lo que la gente puede notar en niños es que “se tranca, se bloquea cuando va a hablar, o que repite mucho una parte de la palabra, una sílaba, la palabra completa, que introducen muletillas: “este”, “esto”, “pues”, etc.; y cuando prolongan algún sonido más de lo que se supone o que hace pausas indebidas cuando están hablando, que se queda mucho tiempo callado, por ejemplo. Eso hace que se corte ese proceso de comunicación”, mencionó la educadora con más de 25 años de experiencia en el campo.
¿Cómo podemos contribuir a que estas personas eviten cometer disfluencias? “Lo más importante es hacerles saber que lo importante es lo que están diciendo, no cómo lo están diciendo”, indicó la también patóloga del habla y lenguaje.
“No terminarle las palabras, dejar que la persona hable, atenderlo, entenderlo, no criticarlo, no juzgarlo, no dejarlo con la palabra en la boca, no hacerle gestos de desaprobación. Es más uno ser sensible ante la situación de la persona, y manejar la situación lo más normal posible”, añadió.
La licenciada señaló que hay estigma sobre la condición, que, “en muchas ocasiones, los mismos sistemas de comunicación —televisión, radio, etcétera— son los que siguen fomentando ese estereotipo de que una persona con tartamudez es una persona poco inteligente, no capaz, y es todo lo contrario. Los estudios indican que una persona con tartamudez es tan, igual o hasta más inteligente que cualquier persona”.
El pasado 22 de octubre se celebró el Día Mundial de la Conciencia sobre la Tartamudez, y es importante resaltar que, dentro de los problemas de habla y lenguaje, el desorden que mayor índice de bullying tiene es la tartamudez. “Hay que seguir creando conciencia sobre la condición”, exhortó la profesora.
La Fundación Americana de la Tartamudez estima que más de 70 millones de personas en todo el mundo tartamudean. Esto es aproximadamente el 1 por ciento de la población. En Puerto Rico, no hay una cifra sobre los casos de tartamudez, ya que se engloba con los problemas de habla y lenguaje, por lo que hay una limitación de estadística sobre el desorden.
Ante los múltiples retos que enfrentan las personas tartamudas a la hora de buscar empleo, la autora del libro Antología de técnicas de intervención para el manejo de la tartamudez mencionó que se encuentra en proceso de hacer una investigación sobre cómo se sienten las personas con tartamudez en el área laboral, “ya que muchos estudios indican que empleadores toman en cuenta la fluidez o la falta de fluidez de la persona para considerarlo si le van a dar o no el trabajo. Y es que muchos empleadores quieren que la persona que vayan a contratar sea la imagen de su negocio. Entonces, si es una persona que tiene que atender público y no es fluida, ya no lo quieren para el empleo”, dijo.
Además, comentó que, “en la revisión de literatura, lo que estábamos viendo es que, en muchas ocasiones, no se considera a una persona disfluente para darle un aumento de salario o una mejor posición en el trabajo, así que están siendo estigmatizados, discriminados, y, realmente, son personas que son excelentes trabajadores, lo único es que tienen una condición de habla que se puede manejar si reciben terapia de habla”.
Los mayores exponentes, escritores e investigadores de esta condición son o han sido personas tartamudas, que con ayuda terapéutica obtuvieron las alternativas para mejorar su afección.
Para buscar ayuda, los pacientes pueden acudir al PHL para ser evaluados y que se les realice un plan de intervención con el que se determine, de acuerdo con la edad, la condición y la severidad de esta, cuál es la técnica de tratamiento que más le funciona.
Estrategias y/o tratamientos que ofrecen los PHL:
• Aparato SpeechEasy
• Ejercicios de relajación o respiración
• Uso de prolongaciones
Otras alternativas recomendadas para personas con tartamudez que ayudan a bajar los niveles de ansiedad:
• Yoga
• Acupuntura