TALLIN, Estonia — Estonia fue paralizada por ataques cibernéticos a las redes del gobierno durante una disputa con Rusia en el 2007. Hoy esta pequeña nación con avanzada tecnología está tan segura de sus defensas que es el único país del mundo que permite a su electorado votar por la internet en todas las consultas. Incluso las del Parlamento Europeo.
El voto por internet –o i-voto– está disponible desde el 2005 en la nación que dio al mundo Skype y el porcentaje de votantes que usan la internet para emitir su voto aumenta con cada comicio. Llegó al 44% en las elecciones generales de marzo.
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Miles ya han votado en las elecciones europeas.
Linda Lainvoo fue una de las primeras que lo hizo… desde un café, antes de ir a trabajar el jueves 16 de mayo. Esta empleada estatal de 32 años ha votado por la internet desde que comenzó a votar.
“No concibo hacerlo de otro modo”, dijo Lainvoo. “Todo lo hago por la internet, así no tengo que hacer colas ni llenar formularios”.
Después de descargar una aplicación y de identificarse, le aparecieron listas electorales en una “cabina virtual” y seleccionó sus candidatos.
Las elecciones al Parlamento Europeo tendrán lugar del 23 al 26 de mayo en las 28 naciones que integran el bloque. Estonia, de apenas 1,3 millones de habitantes, tiene seis representantes en un parlamento de 751 bancas.
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A Lainvoo le tomó 30 segundos votar.
El sistema permite a una persona votar varias veces dentro de cierto plazo. Solo se toma en cuenta la última. La idea es evitar un voto forzado.
Varones jóvenes, conocedores de tecnología, fueron quienes más usaron el voto por internet al comienzo, según el director del Consejo Electoral de Estonia Priit Vinkel. Pero a partir de la cuarta elección “el electorado se hizo más difuso y ahora no podemos decir quienes votan por la internet. Todos pueden hacerlo”.
Estudios de la comisión electoral indican un marcado aumento en el i-voto de los estonios que viven en el exterior y de personas que viven a más de media hora de su centro de votación.
Vinkel dice que, si bien es difícil medir el impacto del i-voto, está claro que la mayor parte de las personas que votan electrónicamente vuelven a hacerlo.
Cuando Estonia rompió con la Unión Soviética y se declaró independiente hace casi tres décadas se embarcó en un programa de modernización por el cual incursionó tempranamente en la era digital. Hoy cuenta con un sistema electrónico de identificación, en el que se usan tarjetas vinculadas con firmas digitales que la ciudadanía puede emplear no solo para votar, sino para pagar impuestos y acceder al historial médico y a archivos de las escuelas.
De todos modos, ha habido algunas vulnerabilidades.
En el 2007 un ataque masivo paralizó las redes nacionales tras una disputa con Rusia por el retiro de un monumento de la era soviética en Tallin. La magnitud del ataque hizo que numerosos gobiernos de todo el mundo reconsiderasen la importancia de la seguridad de sus redes y de sus defensas.
Estonia, que tiene frontera con Rusia, se tomó el trabajo de incorporar fuertes garantías de seguridad y privacidad a su modelo. Creó una plataforma que apoya una autenticación electrónica y firmas digitales para facilitar comunicaciones sin papeles y que no ha tenido los tropiezos que se registraron en sistemas de votación electrónica incluso en Estados Unidos.
La transparencia y la seguridad del voto están garantizadas por un sistema que permite a la gente verificar que su voto ha sido contado correctamente, al tiempo que entidades independientes crean registros que son comparados con los registros oficiales y que revelarían cualquier discrepancia.
El papel de las redes sociales y de las cuentas falsas usadas para difundir información falsa en las elecciones de Estados Unidos del 2016 obligó al gobierno a reconsiderar la interferencia electoral.
“La confianza es un factor vital para que haya un voto a partir de la internet”, expresó Tonu Tammer, de la agencia del gobierno a cargo de la seguridad de la red de computadoras de Estonia.
Tammer dijo que su dependencia está pendiente de todo lo que sucede y se adapta a cualquier posible amenaza al sistema. Agrega que hay amenazas más graves que un ataque por la internet.
“La principal inquietud se relaciona con la diseminación de noticias falsas”, manifestó. Acotó que es más fácil minar la confianza denunciando un fraude electoral que llevando a cabo un ataque exitoso.