Cuando el médico te lo diga, aunque hayas visto recientemente en las noticias el aviso del retiro del mercado de algunos lotes de Losartán, un medicamento para controlar la presión arterial que, tal vez, estés tomando. Llama a tu doctor o a la farmacia cuando veas estos avisos para que te den información o ve al consultorio para que te orienten. Dejar de tomarte “la pastilla” por tu cuenta sería “peor remedio que la enfermedad”. Habla primero con tu médico sobre un posible tratamiento alternativo.
Ahora que sabes esto, indaguemos por qué es importante que cuides tu presión arterial.
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Según las cifras de los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades, 75 millones de adultos (1 de cada 3 personas) en los Estados Unidos tienen hipertensión; se estima que la mitad de ese total la tiene descontrolada.
La presión arterial alta sin tratar debilita las paredes de las arterias. Limita el oxígeno que necesitan los órganos para funcionar adecuadamente. Es un estrés mayor al músculo del corazón, te puede dar un derrame, un infarto, te puede explotar una arteria en la cabeza, se dilata la aorta, así que te pueden fallar las válvulas. Es como un sistema de plomería con la velocidad del líquido a mil, obviamente, algo de la tubería se romperá. Se te pueden dañar los ojos o los riñones. Acuérdate de que los riñones son muy delicados y si les estás disparando con esa sangre a las millas, se arruinan. La Organización Mundial de la Salud señala que las complicaciones de la hipertensión causan nueve millones de muertes anuales en el mundo.
Por definición de la Asociación Americana del Corazón, se considera hipertensión tener la presión sistólica (que es la presión cuando late tu corazón —el número de arriba—) por encima de 140; y tener la presión diastólica, (que es la presión cuando el corazón descansa entre latidos —el número de abajo—) por encima de 90 todo el tiempo.
Causas de la presión alta
Se puede deber a un sinnúmero de cosas: puede ser idiopática (causas desconocidas), historial familiar, arteriosclerosis, enfermedad renal crónica, diabetes mellitus, dieta malsana o algunos fármacos, estrés permanente, fumar tabaco, abuso de alcohol, colesterol alto o la edad, pues con el envejecimiento se endurecen las arterias. Cuando se es joven, hay que ver si hay alguna enfermedad que esté afectando las arterias, si hay obesidad o aumento de peso.
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Preocúpate si usas cocaína
Las drogas como la metanfetamina y la cocaína suben la presión. Sé honesto cuando vayas al hospital a atenderte y te pregunten si usas esas sustancias, porque hay medicamentos disponibles para controlar la presión que pueden hacerte daño por su interacción con las drogas. Busca ayuda para dejar la adicción.
La hipertensión, por lo general, es asintomática. La manera de saber si tu presión está “por las nubes” o normal es midiéndotela con “la maquinita de medir la presión” en tu casa, el trabajo, en la universidad o en las farmacias. Si no padeces de alta presión y al medírtela está elevada, ve al médico para que te evalúe.
Si ya padeces hipertensión, chequéate periódicamente la presión y anota en una libreta los valores diarios, porque cuando te toman la medida en la clínica es un instante y eso no refleja tu diario vivir. Además, hay personas que sufren lo que se conoce como el síndrome de la bata blanca: les sube la presión al ver al médico. Lo ideal es llevar tu registro de presiones a tus citas médicas. Esos datos ayudan al especialista a conocer si el tratamiento está funcionando.
Hay que ir al médico para que encuentre el origen del problema. Dependiendo cual sea la causa, será el tratamiento, que puede consistir en cambios en la dieta, consumir menos sal, manejar el estrés de forma saludable, hacer ejercicio habitual, tratamiento farmacológico o cirugía. La hipertensión se puede prevenir desde que somos jóvenes. Es prioridad diagnosticarla, tratarla y controlarla para evitar discapacidad o muerte prematura por sus complicaciones.