Científicos y expertos ambientales levantaron bandera ante la posibilidad de que ciudadanos consuman agua embotellada expirada luego de que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) contrató a una empresa para deshacerse de miles de litros del líquido sobrante luego del paso del huracán María, que al final terminaron en manos de miles de puertorriqueños.
La agencia federal confirmó a través de un correo electrónico que el acuerdo con Puerto Rico Drilling & Supplys fue para “disponer” del agua y “reciclar” unas diez millones de botellas, pero la compañía está regalando el producto a la ciudadanía en el barrio Higuillar de Dorado, sin ningún registro del proceso.
PUBLICIDAD
Según FEMA, las botellas tienen fecha de expiración de 2018. Sin embargo, como único aviso en el lugar cuelga un pequeño cartoncito que lee: “Se regala agua. Nota: no apta para consumo. Sin límite”. Periodistas de este diario tienen conocimiento de que más de una persona ha consumido el agua.
Mientras, los profesores coincidieron en que las botellas plásticas pueden haber contaminado su interior si fueron almacenadas en condiciones insalubres o si fueron expuestas a calor excesivo. Aclararon que esto solo es una inferencia, que se confirmaría con una prueba de laboratorio, que no se realizó por la prontitud en que se publicó esta historia.
“Cuando se le fija una fecha de expiración a un producto, es porque se tiene prueba que, después de cierto tiempo, su integridad puede ser afectada. Eso depende de los factores en que haya sido almacenada”, explicó Osvaldo Rosario, catedrático de Química Ambiental de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras.
PUBLICIDAD
De acuerdo con el experto, una vez pase el tiempo de vida de la botella, los componentes del plástico pueden adherirse al agua causando complicaciones al cuerpo humano si se ingieren. Lo más dañino para el producto, agregó el científico, es “si ha estado al sol o a temperaturas altas, porque eso puede acelerar los procesos químicos y achicar su tiempo de expiración”.
Si experimentaron algún tipo de presión durante el almacenaje, continuó Rosario, podría verse comprometido el sello o tapa del envase colocando en riesgo su potabilidad.
No solo las sustancias de las botellas plásticas pueden afectar el agua, sino que en el caso hipotético de que hayan sido expuestas a la luz solar también “podría potenciarse la actividad fotosintética, el crecimiento de algas o el desarrollo de microorganismos” en su interior, dijo por su parte Pablo Méndez Lázaro, catedrático de Salud Ambiental del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.
Méndez Lázaro señaló, además, que, en ocasiones, roedores u otros animales contaminan el exterior de algunos productos durante su resguardo. Todo esto, detalló el profesor, podría generar un riesgo para la salud del ser humano, con especial atención a complicaciones gastrointestinales.
Asimismo, Méndez Lázaro llamó la atención al hecho de que esta agua se puede estar repartiendo sin un plan de manejo de desperdicios sólidos. La producción excesiva de plástico, acotó, podría ser un alarmante para la salud pública, sobre todo en un país donde se recicla poco y los vertederos están al límite.
Por su parte, Jorge Colón, profesor de Química Industrial de la UPR Recinto de Río Piedras, aclaró que aunque muchas personas pueden pensar que al hervir el agua se convierte en un líquido potable, no siempre es así, porque esto dependerá de la sustancia contaminante.