Los médicos están formados para diagnosticar, atender y tratar nuestros problemas de salud. Su vida dedicada a la ciencia requiere constante práctica, educación continua, y estar al tanto de los avances de la tecnología, la eficacia de los medicamentos o tratamientos, y empaparse de nuevos descubrimientos.
El cuidado de la salud es un trabajo en equipo que requiere un enfoque humanista, educación al paciente y buena comunicación. Con el compromiso de pacientes y médicos se hace posible la adherencia a los tratamientos y la toma de decisiones informadas y efectivas. Pero, como en todas las profesiones, hay proveedores de salud que se destacan por su trato o talento, y otros menos dedicados. Y estos últimos pueden contribuir a que la persona enferma regrese a su casa sin alivio para su problema de salud, con dudas respecto a su diagnóstico, o sin uno, e insegura del tratamiento o procedimiento que le han recomendado.
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Los médicos son nuestros aliados, pero por más preparados que estén, necesitan de nuestra ayuda. Para poder diagnosticar bien, hace falta que brindes información sobre tu historia familiar, las enfermedades que padeces, las cirugías que te han hecho, los problemas de salud que tengas o hayas tenido, si eres alérgico a algún medicamento o alimento, qué medicamentos usas y si te funcionan. Puede hacer falta un buen examen físico y, dependiendo del cuadro que presentes, podrían ordenarte pruebas de laboratorio o estudios.
Si te han diagnosticado algo y estás insatisfecho, recuerda que nadie mejor que tú conoce tu cuerpo. Busca información sobre tus síntomas en las páginas de asociaciones de pacientes u organizaciones especializadas en salud y edúcate sobre la afección que te diagnosticaron. Si te parece que algo no cuadra con la información confiable que conseguiste y lo que te dijo el médico, busca una segunda opinión en otro grupo médico o institución. Esto ampliará tu conocimiento, servirá para aclarar tus dudas y dar con un mejor diagnóstico, procedimiento quirúrgico o tratamiento adecuado. O te darás cuenta de que el primer médico tenía razón y podrás continuar el tratamiento con él.
Ve preparado:
1. Previo a la consulta médica escribe tus síntomas y menciónalos todos. Comienza con tu molestia principal. Descríbela e indica cuándo comenzó, su duración, cuándo te mejoras y cuándo empeoras.
2. Lleva los medicamentos que usas; incluye las vitaminas o suplementos.
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3. Muéstrale al médico los resultados de tus últimos laboratorios o estudios.
4. Escribe las enfermedades que padecen tus padres o hermanos.
5. Pregunta sobre toda duda relacionada con medicamentos nuevos y la posible interacción con los que tomas.
6. Hazle saber al médico qué te preocupa sobre el procedimiento quirúrgico al que serás sometido o los medicamentos que te han recomendado.
7. Menciona las limitaciones de tu seguro de salud. Y pregúntale por alternativas para pagar los gastos que el plan no cubra.
8. Todas tus preguntas son válidas. No temas ser incisivo; es tu bienestar.
Pregunta, y si lo deseas, busca una segunda opinión. Es tu salud, es tu vida, es tu derecho.