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Opinión: Ni se te ocurra matarlas

Lea la opinión de Lilly Rivera

Hay gente que le tiene miedo a las serpientes, no las juzgo. Según cuenta el libro del Génesis, la serpiente tentó a Eva y Adán, y causó la expulsión del ser humano del Paraíso. Y a cada rato vemos videos de estos reptiles devorando a sus presas (alimentándose) en su hábitat, o defendiéndose de algún depredador.

Leer noticias de ciertas personas que han sido mordidas por serpientes venenosas, que las hay, en zonas en donde viven estos animales también puede causar histeria. ¿Y qué me dices cuando ves películas dedicadas a ellas presentándolas como las malvadas del mundo? Es más, comúnmente la sociedad tiende a llamar a las personas “malas” como “serpientes”, y si la persona es “terriblemente mala”, la denominan “serpiente de cascabel”.

Con toda esa maléfica reputación a lo largo de la historia cualquiera le coge miedo a las culebras y anda con machete en mano para matarlas. Pero ¿sabes qué? Las serpientes tienen su importancia para nuestra salud.

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Aquí te explico en contexto boricua recordando una entrevista que le hice para gohealthypr.com al doctor Alberto R. Puente Rolón, especialista en reptiles y catedrático auxiliar del Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto Universitario de Mayagüez (RUM). En Puerto Rico, tenemos 12 especies de serpientes o culebras. Se distribuyen en cinco especies que son culebras ciegas que viven bajo la tierra; cuatro que son consideradas culebras modernas o culebritas de jardín y las corredoras de Puerto Rico; y tres especies de boas clasificadas como la boa de Puerto Rico o culebrón, la boa de isla de Mona, y la boa de Islas Vírgenes.

La boa de Puerto Rico no es venenosa. Está representada en “la Isla Grande”. Se encuentra principalmente en la zona caliza del norte de la isla. Puede llegar a medir 7 pies de largo. Puede haber unas culebras con el cuerpo marrón oscuro o marrón claro con unas 50 a 70 manchas oscuras en la espalda. También las hay grisáceas o rojizas, pero en menor cantidad. El 80 % de su dieta son ratas; el 20 % restante se distribuye en aves y otros reptiles, como las iguanas juveniles, que aún están verdes, lagartijos gigantes y murciélagos.

Hay que dejar a las boas vivir para que nos libren de las plagas alrededor de las casas. Una pareja de ratas, menciona el especialista en reptiles, puede producir cerca de 1 millón de crías en un periodo de 18 meses. “Si tenemos esa cantidad de ratas en el bosque, se puede afectar nuestra agricultura y nuestra salubridad, porque estos mamíferos son vectores de diferentes enfermedades. Así que las serpientes permiten mantener esos grupos de ratas en control de forma gratuita”, me dijo Puente.

Si encuentras una boa en tu casa puedes espantarla dándole un “toquecito” con una escoba o “palito” en la cola para que ella se mueva, sin golpearla ni lastimarla. El experto me asegura que esto la asusta porque “lo que va a estar viendo es un gigante que se la va a comer y se va”. O déjala quieta y llama al Departamento de Recursos Naturales para que la remueva. Ni se te ocurra matarla.

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