Con la impactante imagen de una mano marcada en su espalda, el pequeño Ryan Larcombe, de tan sólo doce años de Totnes, Inglaterra, narra los dolorosos dos años de bullying constante que sufría en el colegio.
“Me han llamado gordo, no querido, una pérdida de espacio y me han dicho que vaya a matarme. Sé que no soy perfecto, pero no merezco sentirme y ser tratado así. Y para colmo, ayer me lastimaron mucho mientras estaba en el vestuario y todos se rieron de mí”, indicó el pequeño al medio británico Devon Live.
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El jueves 26 la madre de Ryan, Gemma Rowley, recibió un llamado del colegio de su hijo, el King Edwards VI Community College, para avisarle que al menor lo habían golpeado y que sería enviado a su casa, pero nunca pensó la gravedad de los hechos.
El niño de 12 años contó que mientras se cambiaban con sus compañeros durante una clase de educación física, estos lo inmovilizaron y golpearon repetidamente hasta que apareció el maestro en el lugar. La agresión fue tal que en la espalda le quedó marcada una mano como si fuera una quemadura.
“Estaba pálido cuando bajó del autobús y esperaba ver una marca roja. En cambio, era una huella de mano elevada, casi como una quemada y como lo que ves en el ganado”, revela indignada la madre.
Denuncia viral
Esta habría sido la gota que rebalsó el vaso para Gemma y compartió a través de Facebook una imagen de la agresión denunciando a la escuela de no haberse preocupado de un problema de ya dos años. La publicación ya ha alcanzado a más de 11 mil personas.
Debido a la viralización de la publicación el reclamo llegó hasta la escuela y dio la posibilidad a la madre de por primera vez conocer al director Alan Salt, según su propio testimonio.
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Desde la escuela, aseguran que están “muy disgustados al escuchar a cualquier joven que sufra acoso escolar. Aunque no comentamos casos individuales, aseguramos a nuestra comunidad que trabajamos con todos nuestros jóvenes y sus familias para prevenir la intimidación y fomentar relaciones positivas y afectuosas entre nuestros alumnos”.
Por su parte, el pequeño Ryan, quien se esfuerza por dormir y está constantemente preocupado por su peso, se recupera de sus lesiones en su casa con miedo de volver a la escuela.
“No quiero que nadie más pase por el dolor que paso. Ahora tengo miedo a la escuela. Ningún niño debería sentirse de esta manera “, cuenta el menor al medio.