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"Si se acaban las abejas habrá una crisis alimentaria mundial"

Este alarmante llamado proviene de un biólogo colombiano, que busca en Socorro (Santander) disminuir la mortandad de abejas para evitar una hambruna.

(STR/EFE)

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Los países industrializados, en donde buena parte de la comida que se consume está relacionada con las abejas, pueden sufrir una crisis en el sector alimentario debido a la falta de polinizadores por la disminución de estos insectos en el mundo, alertó el experto colombiano Germán Perilla.

“No hay duda de que la crisis de polinizadores (como las abejas) va a traer una crisis alimentaria a nivel mundial” porque son los encargados de polinizar los cultivos y si mueren antes de cumplir con esa función la cadena se rompe, aseguró el biólogo en una entrevista con Efe.

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Hace más de una década apicultores de Estados Unidos al igual que de Francia, Italia, España, Suiza, Alemania, Reino Unido, Bélgica, Canadá, Brasil, Japón e India, entre otros países, notaron una baja en el número de abejas en sus colmenas y, en algunos casos, la muerte de colonias enteras.

Perilla, profesor de la Universidad George Mason, en Virginia (EE.UU.), desarrolla en la localidad colombiana de Socorro, en el departamento de Santander, un proyecto financiado por el BBVA que busca que pequeños apicultores vuelvan económicamente sostenible su actividad y que ésta sea amigable con el medioambiente.

El científico explicó que en el caso concreto de Estados Unidos “las abejas polinizan aproximadamente unos 80 cultivos alimenticios” que hacen parte de la dieta normal de los habitantes de ese país.

Entre los cultivos que no necesitan la polinización de las abejas, o de otro “agente”, que puede ser el viento, está el maíz, el trigo y los forrajes, porque “de resto, frutas, verduras y otros muchos más tienen que ser polinizados”.

Perilla señaló que una de las causas por las cuales las colonias de abejas están muriendo en Estados Unidos es el uso de neonicotinoides, una familia de insecticidas utilizados en los grandes cultivos.

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El biólogo manifestó que los neonicotinoides son sistémicos, es decir, que el veneno va dentro de las plantas y por eso cuando las abejas se alimentan del néctar y el polen de las flores resultan afectadas. “Realmente la formulación no mata a los insectos, pero la acumulación de neonicotinoides en la comida y en el agua de los cultivos causa un desbalance neurológico en las abejas que les impide orientarse”, apostilló.

De hecho, continuó, “cuando ya la dosis es suficiente para dañar el ’GPS’ natural de las abejas viene el hecho de que cuando salen a trabajar no pueden regresar a la colmena porque sencillamente no saben en dónde queda”.

De otro lado, añadió que las abejas también enfrentan un problema de monodieta, pues al ser llevadas a que polinicen grandes plantaciones de almendras, como ocurre en California; naranjas en Florida, o duraznos en Georgia, las abejas solo disponen de una sola planta.

“Las abejas, como cualquier otro organismo, necesitan una dieta diversa. El tener una monodieta crea problemas en su sistema inmunológico y ese debilitamiento las hace susceptibles a una cantidad de factores externos que causan el colapso de la colmena”, aseguró Perilla.

Adicionalmente se ven sometidas a estrés, pues son transportadas en camiones durante largas jornadas y llevadas a polinizar grandes sembradíos, lo que “no es natural para ellas y además encuentran una monodieta” que como a los humanos, las afecta porque no tienen la variedad de alimento necesario para el crecimiento y desarrollo normal.

A lo anterior se suma la presencia de la varroa, un ácaro que puede producir “un virus que atrofia el crecimiento de las alas de las abejas”. Para Perilla “si no hay abejas, no hay polinización, si no hay polinización, no hay alimentos. De ese tamaño es el problema”.

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