Carmen Milagros Martínez Santos se preparaba ayer en la mañana para su cita de seguimiento con el médico cirujano que le practicó una mastectomía el pasado 19 de octubre, luego de un diagnóstico positivo de cáncer de mama y una posposición de la operación por causa de los estragos del huracán María.
“Tengo un drenaje puesto y ellos deciden si ya está listo para quitar o no”, explicó. La ciente debía ser operada el 11 de octubre, pero la falta de energía eléctrica había impedido que el hospital donde se atiende llevara la cabo la operación quirúrgica.
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“Yo me quedé que no dije ni media palabra, no lloré y no tuve ninguna reacción, no sé por qué, no me preguntes. Sería porque yo estaba orando mucho y el señor me había preparado para ese momento”, recordó la paciente, sobre el día que recibió el diagnóstico, en mayo de de 2017. A la noticia le siguió una ristra de estudios para finalmente comenzar el tratamiento de quimioterapia en junio. Luego de cuatro meses de tratamiento y una dolorosa operación que incluyó la extirpación de un otro tumor en el área de la axila izquierda y la reconstrucción de sus senos, Carmen Milagros sigue la batalla.
Durante las pasadas semanas los retos habituales que presenta el cáncer de mama no han sido los únicos peldaños que han tenido que superar las pacientes de esta condición. Para Carmen Milagros, la ya difícil situación que enfrentaba debido a los efectos secundarios de la quimioterapia, se complicó aún más con el paso del huracán Irma.
“Para el paso de Irma acaba de coger la última quimioterapia. Fue una cosa detrás de otra”, relató la mujer residente de Carolina.
Desde entonces, la paciente dejó de recibir el servicio de agua potable en su residencia en Carolina, complicando su estado de salud en momentos en que enfrentaba efectos como vómitos y diarreas, aunque los daños del huracán Irma eran sólo un preámbulo de lo que venía.
El devastador impacto del huracán María sobre la isla terminó por cambiar el panorama. Aún bajo los efectos secundarios de las quimioterapia, Carmen Milagros, también paciente de asma crónica, recibió el embate del segundo huracán en su casa junto a su esposo.
“A mi hogar se le metió el agua por debajo de la puerta, por debajo de la otra puerta, se le metía por las ventanas”, relató la paciente. “Después los árboles del vecino cayeron sobre el techo, me tumbaron las dos verjas y ahí empiezan las hojas a tapar el techo y parecía una cascada, toda esa cascada entraba. La terraza se quedó como un colador, no se puede ir a la terraza, el agua entró, por donde quiera que podía entrar, el agua entró”, lamentó, al tiempo que explicó cómo su esposo, Adolfo Vélez, manejó solo la odisea de sacar el agua de la casa durante toda la madrugada y resto del día 20 de septiembre.
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“Realmente él no me dejaba mover. Me decía: ‘Tú te quedas ahí sentada, yo voy a hacerlo como pueda, pero tú no te muevas’”. Adolfo, de 55 años, buscaba prevenir que su esposa sufriera algún daño por causa del paso del huracán.
“Si tú tienes unas quimioterapias en tu estómago y no tienes agua, no tienes luz y tienes diarreas por un lado y vómitos por el otro… Yo soy asmática crónica, que no tenía para darme una terapia, no podía ir para afuera, fue una experiencia terrible, porque me afecta los nervios, me afecta el dolor de la quimio y es una desesperación que tú no sabes qué hacer y entonces estás impotente, es la palabra, impotente”, explicó la mujer, al tiempo que dijo que le preocupaba el hecho de que ante la falta de energía eléctrica, se vea afectado el tratamiento y operaciones de otros pacientes de cáncer.
Pese a las dificultades , Carmen Milagros sonríe ante la oportunidad de vida, aunque teme por el bienestar de otros pacientes de cáncer cuyos tratamientos y operaciones también pudieron haberse visto afectadas tras el paso de María.
“No sé si yo lo hubiese podido resistir”
Carmen Milagros es una de los 18 pacientes de cáncer refugiados al momento en el Puerto Rico Hope Lodge de la Sociedad Americana Contra el Cáncer de Puerto Rico. Ante el impacto de María y la crisis que dejó a su paso, la paciente aseguró que “con una combinación de una operación tan grande con asma crónica, pues no sé si yo lo hubiese podido resistir, en verdad no creo que lo hubiese podido resistir”.
Según la Sociedad Americana Contra el Cáncer de Puerto Rico, aproximadamente el 15% de todos los casos de cáncer de seno pueden ser atribuidos al factor genético y otros factores pueden estar relacionados a efectos dañinos por exposición a hormonas. Según el Registro Central de Cáncer de Puerto Rico, durante el periodo 2009-2013, el cáncer de seno fue el más diagnosticado y la primera causa de muerte por cáncer entre las mujeres de la isla.
En promedio, 1,971 mujeres fueron diagnosticadas anualmente con cáncer de seno invasivo durante dicho periodo, representando el 29.4% de todos los cáncer en mujeres. El caso de Carmen Milagros no estaría incluido en ese número, aunque sí el de Sylvia del Carmen Vélez, quien también se refugia en este momento en el Puerto Rico Hope Lodge.
“Mi diagnóstico fue en junio de 2010, es un cáncer de seno tipo 4, agresivo. Me operaron en septiembre 27 de ese mismo año. cogí ocho terapias de las bien buenas ,de las colará’ como decimos nosotros. Cada vez que cogía esa quimio (quimioterapia) caía en el hospital, en emergencias. También volví a recaer después de ser sobreviviente, volvió el cáncer al otro seno, me operaron, volví a coger quimio y aquí estoy”, resumió sin pausa ni titubeo.
Sylvia fue maestra de educación física durante 33 años en la isla de Santa Cruz. Luego de su primer diagnóstico se retiró y regresó a Vieques, de donde es oriunda.
“Mi papá me enseñó a ser fuerte, yo era maestra de educación física y siempre me mantuve activa. A mi no me gusta la pena, que me tengan pena ni hablar suavecito, yo soy fuerte”, apuntó.
Esa fortaleza ha sido sin duda su mayor poder durante los pasados siete años de batalla. Luego del primer diagnóstico en el seno derecho, exactamente cinco anos después –el 9 de junio de 2015–, llegó el diagnóstico en el seno izquierdo.
“Yo lo esperaba, porque por parte de mi mamá, las primeras hijas han muerto por cáncer de seno, yo dije pues por ahí voy yo. Estoy tranquila, porque llevo 47 años bregando con cáncer, desde mi abuela, hasta ahora yo, mi preocupación es ahora más mi hija, que ya tiene un nodulito”, explicó la madre de tres y abuela de seis nietos. Sylvia se mantuvo refugiada en el Puerto Rico Hope Lodge durante el paso de María.
“Desde Irma en Vieques ya no hay ni agua ni luz y al verme en esa disyuntiva, porque estoy cogiendo quimio por boca y eso me afecta bastante, dije: ‘Déjame llamar’, porque sino yo voy a ser un número más de los fallecidos por estos huracanes”, explicó la paciente.
Una semana después de María, la mujer llegó hasta Vieques para corroborar los daños del sistema en la isla municipio y en su residencia.
“Está todo destruido”, apuntó. “Yo cerré la casa, porque el agua subió por debajo, por el piso, se coló el agua. Terrible, yo ver mi casa inundada con limo, humedad, todo lo que tengo en mi casa, yo no he entrado a la casa para sacarlo por la condición. […] No hay nada que sirva, todo lo que está adentro está perdido y no me atrevo entrar, no es saludable”, dijo.
“Tengo dos enfermedades más que son progresivas y después de estos huracanes he tenido que recurrir a este hogar donde me reciben muy bien, me siento como que en mi casa, esto es una casa fuera de mi casa”, añadió la paciente.
Sylvia no se ha amedrentado ante las adversidades que trajo María, no pierde el ánimo y con su sentido del humor alegra a los demás pacientes en el hogar. Si bien en ocasiones la invade la tristeza, aseguró que también se encarga de disfrutar la vida, sus hijos, nietos y familia.
“Yo soy paciente de cáncer, pero yo no me voy a morir antes, dentro de un cuarto pensando que tengo cáncer, yo no me voy a morir en la víspera, yo me voy a morir el día que me toque”, apuntó.