Una conversación y el proceso de interpretación entre dos artistas, uno plástico y uno culinario, quedó plasmado en un cena “psicodélica”. Un casquillo de bala y un alambre de púa, algo jamás antes visto en un plato, fueron algunos de los elementos con los que sorprendieron a los comensales que se dieron cita en el Kitchen Lab del Espacio Minerva el pasado viernes.
El reto fue para el chef Mariano Sena, quien confeccionó una representación gastronómica de las obras del artista plástico Garvín Sierra, que aborda la temática de la muerte, la crisis social y política, por mencionar algunos.
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De acuerdo a la Real Academia Española, la psicodelia es una tendencia que surgió en la década de los años 1960, caracterizada por la excitación extrema de los sentidos, estimulados por drogas alucinógenas, música estridente y luces de colores cambiantes.
“Quisimos con esta cena manifestar nuestra alma y nuestro arte a través de la psicodelia”, estableció el chef argentino para dar paso a degustar sus obras culinarias, que también representaban en parte sus orígenes.
La cena consistió en cuatro platos y postre, perfectamente pareados con una selección de etiquetas de vinos de Italia, California, España, Argentina y Francia, representados por B Fernández.
El primer plato consistió en una burrata acompañada de pimientos ahumados, portobellos y huevos de codorniz, inspirado en el exalcalde de Guaynabo, Héctor O’Neill, según explicó el también periodista radicado hace cuatro años en San Juan.
El segundo curso fue una sopa de peras asadas, con blue cheese y crocante prosciutto servido con hielo seco, en referencia a una de las piezas de Sierra que aborda la utilización de las máscaras de gas.
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La tercera propuesta fue una deliciosa pasta fetuccini con short ribs de cerdo braceado en vino tinto servido con un casquillo de una bala, y finalizó con un sabroso short rib de res a la parrilla acompañado de ensalada de papa, pesto y morcilla argentina.
El broche de oro estuvo a cargo de la panna cotta de parcha con galletitas de coco, decorada con un alambre de púa.
Por si fuera poco, la experiencia incluyó una selección de visuales curada por Engage Collective y música de DJ Rosamalia.
Sin duda, fue un velada gastronómica y artística única, que debería repetirse.
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