Metro Puerto Rico tuvo la oportunidad de conversar de manera virtual con el galardonado cineasta Steven Spielberg, responsable por más de una veintena de clásicos contemporáneos que formaron generaciones (E.T. , Jurassic Park, Schindler’s List), con motivo de la reposición del clásico del 1961, West Side Story, el primer musical que dirige en su prolifera carrera.
El realizador que ha explorado la mayoría de los géneros cinematográficos (Jaws, Lincoln, Saving Private Ryan) y que durante el proceso de audición para esta cinta, estuvo visitando la isla como parte de la investigación para su nueva propuesta, habló cándidamente sobre lo que ya se considera una de las mejores películas del 2021, y una versión superior a su antecesora.
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Anteriormente había mencionado que desde que vio la película original, siempre quiso trabajar en su versión o en una nueva adaptación. Entonces, ¿qué fue aquello que no le gustó de la versión original que pensó que podría reparar o presentar mejor o desde una óptica diferente?
—Me encanta la versión original. Creo que es un gran clásico. Pero tuve mucho, mucho cuidado de no rehacer ese clásico, me alejé completamente de ella. Y basé mi West Side Story en el musical de Broadway original de 1957. Nos inspiramos en el musical original y en todas las miles de producciones teatrales que se han producido en los últimos 64 años. Simplemente sentí que la historia de West Side Story, la relevancia, el amor, el odio y la división era mucho más relevante, incluso más hoy que en 1957. Es mi musical estadounidense favorito y debe ser generacional, debería compartirse con la gente hoy. Y espero que en 20 o 25 años alguien haga otra película de West Side Story, para compartirla con la generación de ese momento.
Como hijo de inmigrantes puertorriqueños y nacido en Nueva York, debo confesar que estaba un poco preocupado por el impacto que tuvo la película original en mi familia y porque es mi cineasta favorito, pero no solo me sentí aliviado cuando vi la película, sino emocionado. Me sorprendió cómo tomó un clásico y lo transformó en algo nuevo, sin perder su espíritu, ni su esencia. ¿Qué le dio esa confianza para asegurarse de que esta versión corregiría la errónea representación sobre inmigrantes puertorriqueños de la película original?
—Tony Kushner, quien escribió el guión de nuestra versión de West Side Story y yo, investigamos. Pasamos mucho tiempo en el Museo de Puerto Rico aquí en Nueva York. Fuimos a Puerto Rico. Allí tuvimos una conversación muy franca y casi polémica en la Universidad de Puerto Rico con gente que estaba preocupada porque no íbamos a hacerlo bien. Necesitábamos hacerlo bien. Y la primera forma en que empezamos a hacerlo bien fue honrando el idioma español y no subtitularlo, que se hablara español e inglés y aquellos que no hablaran español se inclinaran por tratar de entender lo que se está diciendo. Otra cosa muy importante es que no hay Shark en la película, tanto niño o niña, que no fuera de la comunidad latina o Latinx. Tuvimos 20 actores puertorriqueños y 50 actores que nunca habían estado frente a la cámara. Nunca voy a decir nada malo sobre la película del 1961, pero los realizadores solo sabían lo que conocían en esos días. No era una generación que reconoció la importancia de la autenticidad en la representación diversa. Pero tenemos la responsabilidad en esta era, en la que la gente está más despierta que nunca, en honrar a esa comunidad y hacerlo bien esta vez.
Hicieron un gran trabajo de investigación. Una de las cosas que me tomó por sorpresa y me confirmó que estábamos a punto de experimentar algo nuevo, fue durante la primera secuencia musical desde el mural, la cita y para ser específico, el fragmento cantado de lo que los puertorriqueños conocemos como el himno revolucionario. ¿cómo llega a esta canción y por qué decidió integrarla?
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—Fue muy importante que los puertorriqueños se defendieran contra los Jets y contra la parcialidad del teniente blanco Schrank, quien se opone claramente a la comunidad puertorriqueña y se encuentra del lado de los Jets. Era importante que se cantara un himno, con el que la comunidad puertorriqueña fuera capaz de expresar su enfado y su declaración de revolución contra los Jets ante la autoridad y los Jets. Y entonces Bernardo comienza a cantar La Borinqueña, y el resto de los Sharks se le unen en el himno y fue entonces cuando hicieron su reclamo para decir, que necesitamos que se nos respete por quiénes somos, de dónde venimos, y lo que representamos. Y eso fue muy importante para Tony Kushner y para mí, apostar a ese reclamo, a través de La Borinqueña cantada a todo volumen.