Entretenimiento

Pingüinos africanos protagonizan nueva serie de Netflix

"Penguin Town" cuenta con ocho episodios

En esta imagen difundida por Netflix, una escena de la serie "Penguin Town", estrenada el miércoles.

PUBLICIDAD

Llegan cada año en sus esmóquines blanco y negro, ocasionando atascos y clamando por bienes raíces de calidad.

Los pingüinos africanos en peligro de extinción han sido por años una fuente de deleite para los visitantes de la comunidad sudafricana de Simon’s Town, donde se mezclan con los humanos mientras realizan tareas fundamentales de pingüinos, incluyendo encontrar un nido y reproducirse.

PUBLICIDAD

Ahora, estas criaturas son las estrellas de “Penguin Town”, una serie de ocho episodios estrenada el miércoles en Netflix que sigue a varias de las aves y revela sus personalidades, desde una pareja de mediana edad apodada “los pingüinos del cartel de la monogamia”, hasta un joven soltero en busca de su primera compañera.

“Quedó muy claro desde temprano que esto era como ver un reality show como ‘Love Island’ o ‘Big Brother’”, dijo Cayley Christos, productor de campo de “Penguin Town” y copropietario de la productora Red Rock Films.

“Sé que a la gente no le encanta antropomorfizar todo el tiempo, pero es difícil no hacerlo cuando ellos tienen estas personalidades tan claras”, agregó. “Así que no tuvimos más remedio que hacerlo realmente personal”.

La serie es narrada por el comediante Patton Oswalt, un veterano en el trabajo de doblaje. “Aproveché la oportunidad porque vi muchas de las imágenes en bruto y quedé boquiabierto por lo encantador y dulce que era”.

Entre unas 1.000 parejas reproductoras que llegan cada temporada de apareamiento, los realizadores capturaron personajes con los que uno puede identificarse, como un inadaptado caprichoso al que llaman “Junior” y una manada de pingüinos alborotadores conocidos como “Car Park Gang”.

PUBLICIDAD

“Uno realmente se prende de algunas de estas personalidades”, dijo Oswalt. “Sigues todas estas pequeñas historias e hinchas por estos muchachos”.

Detrás de la dulzura hay un asunto serio. Sólo queda un 2% de la población de pingüinos africanos que existía hace 100 años. Christos cita estimaciones de unos 10 años para la extinción de esta especie.

“Vivir entre la gente no es fácil, no es el mejor lugar para ellos. Realmente deberían estar en una isla, pero no tienen otra opción. Prefieren enfrentarse a estos enormes gigantes que caminan a su alrededor todo el día que morir”, indicó.

Estas aves acuáticas no voladoras comenzaron a aparecer en Simon’s Town en el Cabo Occidental a principios de la década de 1980, a medida que aumentaba el tráfico de botes alrededor de su hábitat natural. Suelen llegar en noviembre y quedarse seis meses.

“Muy lentamente se dieron cuenta de que este era un lugar bastante seguro y agradable donde estar. No fueron atacados por depredadores terrestres”, dijo Christos.

Inicialmente, la llegada de la colonia fue recibida con cierta consternación por los residentes. “Como cualquier buena vida salvaje, marchan y hacen caca en los jardines de la gente. Por eso creo que ha sido un ajuste interesante”, señaló.

La gente del pueblo pronto se dio cuenta de que los pingüinos eran un atractivo turístico y una fuente potencial de ingresos. “Realmente son dioses en esa ciudad y los negocios de todos llevan su nombre”.

El equipo de Red Rock Films se centró inicialmente en unos 80 nidos y luego redujo la lista a 50 parejas que seguirían las 24 horas del día. Un corte más los llevó a los últimos cinco en los que concentrarse.

Los realizadores utilizaron todo tipo de equipos para capturar a los pingüinos: cámaras nido, drones, cámaras a prueba de agua, trípodes especiales y una plataforma antigravedad. El equipo de 30 miembros estaba tan comprometido con el medio ambiente que se abstuvo de comer carne y pescado durante el rodaje de ocho meses, ingiriendo una dieta exclusivamente a base de plantas.

Si bien es ligera y divertida, la serie también puede tener algo que decir sobre cómo los humanos pueden vivir en paz con los animales, encontrando la manera de lograr un beneficio mutuo.

“Me encanta que la historia demuestre que se puede coexistir. Incluso si es un pájaro loco amante del agua, puedes vivir con ellos y puede ser una convivencia pacífica. Creo que es una buena receta para que la llevemos a cualquier otra especie con la que nos encontremos”, dijo Christos.

PUBLICIDAD

Tags

Lo Último