El legendario pianista y cantante Antoine “Fats” Domino, considerado uno de los padres del rock and roll en la década de 1950 y 1960, falleció anoche a los 89 años de edad en la ciudad que nunca abandonó: Nueva Orleans (Luisiana).
Su fallecimiento, por causas naturales, fue confirmado por Mark Bone, director de la oficina del forense del distrito de Jefferson de la ciudad.
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Conocidos músicos de la ciudad, como Harry Connick Jr, se han apresurado a enviar sus condolencias a la familia: “Descanse en paz Fats Domino, ayudaste a allanar el camino para los pianistas de Nueva Orleans, nos vemos en la cima de esa colina de arándanos en el cielo”.
“Lo que ellos llaman rock and roll es rhythm and blues, y lo he estado tocando durante más de 15 años en Nueva Orleans”, dijo Domino en una entrevista de 1956, en el apogeo de su carrera musical al establecer el parentesco directo entre ambos estilos.
Nacido en febrero de 1928, y descendiente de afroamericanos desplazados a Luisiana desde Haití, aprendió a tocar el piano escuchando la radio y dejó el colegio a los 10 años.
Domino fue descubierto cuando trabajaba de día en una fábrica de colchones y tocaba de noche en los clubes de Nueva Orleans a mediados de la década de 1940.
Su disco de debut “The Fat Man”, de 1949, le lanzó inmediatamente a la fama y le brindó un contrato con Imperial Records.
Es, además, el primer álbum de “rock and roll” en vender más de un millón de ejemplares.
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En la década posterior, Domino grabó algunos de sus mayores éxitos como “Blueberry Hill” y “Ain’t That a Shame”, y logró superar en ventas a otras grandes estrellas del momento como Little Richard, Chuck Berry y Buddy Holly.
Entre 1950 y 1963 alcanzó el puesto más alto de las listas de éxitos en más de 60 ocasiones.
Solo Elvis Presley obtuvo más “números uno” que él, pero éste rindió honores a Domino al asegurar que había sido una de sus principales influencias.
Más allá de EEUU, canciones como “Blue Monday” marcaron a las estrellas del futuro, y John Lennon lo citó como una de las referencias clave durante su formación musical.
En 1964, The Beatles aprovecharon un concierto en Nueva Orleans para conocerle, y rendirle homenaje.
Domino fue uno de los diez primeros músicos incluidos en el Salón de la Fama del Rock and Roll en 1986, en un grupo en el que también estaban Chuck Berry, Buddy Holly y James Brown.
De personalidad tímida y oronda figura, lo que dio lugar a su apelativo, solía repetir que su música tenía el único objetivo “de hacer a la gente feliz”.
No obstante, su abrumador éxito se produjo en una época en la que se mantenían férreas las fronteras de segregación racial en el sur de EEUU, algo que sus animadas canciones contribuyeron en no menor medida a derribar.
En sus conciertos, la mayoría del público era de raza blanca, por lo que la revista Down Beat afirmó que “la música Domino estaba haciendo un trabajo en el Sur Profundo que ni siquiera el Tribunal Supremo de EEUU ha sido capaz de alcanzar”, al comentar su histórica decisión de 1954 en la que declaraba inconstitucional la segregación racial en las escuelas del país.
Poco a poco, Domino fue perdiendo influencia ante la irrupción de nuevas bandas y la electrificación del sonido.
En la década de 1970 dejó de grabar discos, pero siguió dando conciertos por todo el mundo hasta mediados de la década de 1990.
Domino no abandonó nunca su ciudad natal, Nueva Orleans, donde sobrevivió al huracán Katrina en 2005, que arrasó gran parte de su barrio.
Su último concierto fue en el clásico club Tipitina en 2007.
Su casa de la avenida Caffin del popular distrito Lower Nine, restaurada tras las inundaciones, se ha convertido en un lugar de peregrinación para los amantes de la historia del rock and roll que quieren reconocer el legado de uno los arquitectos de este género musical.