Foto: Luis López
El 2017 inicia con un nuevo gobernador electo por los puertorriqueños, Ricardo Rosselló Nevares. Los ojos de todos los puertorriqueños y del mundo estarán puestos sobre sus ejecutorias. Hereda la peor crisis financiera y económica desde la gran depresión de la década de 1930. Esa depresión se extendió por cerca de 10 años, igual que la que atravesamos. A mi juicio, existen similitudes de los dos momentos históricos, pero hay dos diferencias principales.
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En la década de 1930 hubo una pobreza extrema con un nivel de desempleo que superó el 60 %, específicamente en 1933. Un poderoso huracán arrasó la isla, protestas y huelgas en la industria de la caña, de los muelles, la de los desempleados de Ponce, entre otros eventos agravaron la situación. Miseria y hambre vivían la mayoría de los puertorriqueños. Hoy hay ayudas federales y estatales, y aunque existen necesidades, no se pasa, en términos generales, el hambre que se vivió en aquella época. En estos tiempos el nivel de desempleo debe rondar el 15 % y aunque hay malestar en distintos sectores, creo la ciudadanía está consiente que el intentar detener el país con huelgas, como lleva intentando un sector independentista a través de movimientos obreros desde hace seis a siete años, sería acabar de hundir el país.
La otra diferencia es que en esa depresión del ’30 la ola de emigración de puertorriqueños a Estados Unidos se detuvo porque allá la situación era igual a Puerto Rico, no había oportunidades de empleo, ni de tener una mejor calidad de vida. Hoy es todo lo contrario. Más de 300,000 puertorriqueños se han marchado en 10 años buscando oportunidades de trabajo en Estados Unidos porque allá, aún dentro del difícil panorama económico mundial, hay mayores oportunidades que en en nuestra isla. Sí, también hay quien ha regresado porque no pudo con el idioma o porque su preparación académica es limitada y lo que encontró de trabajo fue recoger tomates y chinas en fincas de la Florida. No obstante, no son tantos los que regresan si lo vemos en proporción con los que se quedan allá.
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Estados Unidos se vio afectado económicamente, como nosotros, la pasada década, sin embargo, su economía comenzó a mejorar y sigue mejorando. La política partidista estadounidense es como la nuestra y se tiran a matar. Republicanos y demócratas se ponen uno al otro la soga al cuello, pero cuando ven que el país está a un paso del precipicio aguantan y llegan a acuerdos… forzados, pero llegan generalmente. Aquí el Partido Nuevo Progresista (PNP) y el Partido Popular Democrático (PNP), por aniquilarse uno al otro, zumban al país por el barranco de ser necesario. ¿Recuerda el cierre de gobierno de 2006? Claro, usted dirá que Estados Unidos también cerró el gobierno en el 1996 y el 2013. En el 1996 la economía estadounidense estaba sólida y en el 2006 la nuestra iba en picada. Para el 2013 en Estados Unidos ya la economía iba en recuperación, ¿y nosotros en 2006?
Ese cierre innecesario por parte del gobernador de entonces Aníbal Acevedo Vilá, para afectar políticamente al entonces presidente cameral del PNP, José Aponte y a esa colectividad de cara a las elecciones del 2008, terminó pagándolo el pueblo. Fue innecesario porque podía activar el presupuesto vigente y sobre todo, porque luego pagó los días de cierre a los empleados públicos como si hubieran trabajado, cuando decía que no había dinero para operar si Aponte no hacía lo que él quería. Ese cierre, con una economía en picada aceleró la crisis, pero lo importante era jugar a la política partidista. Por cosas como esa, entre ambos bandos, es que estamos donde estamos.
Ahora bien, creo el reto principal de Ricardo Rosselló como gobernador es poner real y verdaderamente el país por encima de su partido y una posible candidatura a la reelección, cambiar los estilos de los pasados gobiernos, de que cada paso que se da es pensando en quién ayudó a la campaña, quien es amigo del gobernador, amigo del alma, amigo del amigo. Solo así un mejor Puerto Rico será posible. Dr. Rosselló, haga lo correcto en nombre del pueblo. Se ha puesto una gran responsabilidad en sus manos. Podré tener diferencias en algunos aspectos, sin embargo confío en usted. Sus acciones posteriores a la elección me brindan algo de confianza en el sentido de que hará lo correcto. Espero de verdad sepa manejar el monumental desastre que hereda por años de irresponsabilidad administrativa, desastre que usted y yo sabíamos existía. La trillada excusa de los pasados 16 años de que la situación es peor de lo que se sospechaba ya el pueblo no la digiere. Se hicieron promesas sabiendo lo que había y siempre sospechando, por innumerables precedentes, que podía ser peor. Confío las cumpla.
Ahora a enrollarnos todos las mangas y a ayudar al gobernador Rosselló en todo lo que se pueda. Imposible él pueda lograr enderezar el barco solo. Lo digo con cada gobierno que inicia: tenemos la obligación patriótica de desearle lo mejor, en este caso a Ricardo Rosselló, y ayudarlo porque si él fracasa, fracasamos todos. Gobernador, le deseo lo mejor y como puertorriqueño que sigue creyendo podemos salir de esto juntos, busquemos la manera de establecer nuevos estilos de gobernanza inclusivos, reales y alcanzables. En mí tendrá un fiscalizador, como he hecho con administraciones rojas y azules, pero también una persona comprometida en reconocer y apoyar las iniciativas, sus iniciativas, que ayuden a levantar a Puerto Rico. ¡El mejor de los éxitos!