Economía

Arte y acreedores: las tácticas del mediador de la deuda de Detroit

Entrevista a mediador en la negociación de la deuda de la ciudad de Detroit

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Por: Carla Minet y Joel Cintrón Arbasetti
del Centro de Periodismo Investigativo

 

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El mural Detroit Industry del pintor mexicano Diego Rivera se levanta imponente, grandioso, en el atrio del Instituto de Artes de Detroit (DIA, por sus siglas en inglés). Inspirado en las dinámicas de una fábrica de Ford, una de las empresas automovilísticas más importantes de la ciudad, el monumental fresco de 1933 representa, en cuatro paredes a 360 grados compuestas por 27 paneles, a los trabajadores de la industria automotriz rodeados por la mecanización en las líneas de producción, supervisados por los gerentes, en contraste con las figuras y escenas indígenas que exploran los grandes dilemas humanos y del capitalismo desde la postura marxista de Rivera.

 

Algunos consideran Detroit Industry como el mejor ejemplo del arte mural mexicano en los Estados Unidos, y el propio artista identificó la pieza como el mejor trabajo de su carrera. Es la obra más impresionante del DIA en una colección de 66,000 piezas, que incluye a los reconocidos van Gogh, Renoir, Cézanne, Degas, Rodin, Warhol y Miró.

 

Valorada en $8,500 millones de dólares, la colección del DIA estaba en peligro de ser vendida para pagar la deuda pública, y después de las batallas judiciales y un maratón de recaudación de fondos que terminó en un acuerdo llamado The Grand Bargain [La gran negociación], ahora está protegida en un fideicomiso público; una maniobra legal que le dio un respiro al sistema de pensiones de la ciudad.

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Detroit estaba en quiebra hace cuatro años y hoy parece dar señales de recuperación fiscal. Por lo menos el balance así lo indica, aun cuando la pobreza y las casas dilapidadas te abofetean la cara al salir del centro de la ciudad. Por los últimos dos años la población ha aumentado en Detroit, por primera vez en décadas. Y los ingresos de la ciudad están aumentando.

 

Uno de los artífices del acuerdo que salvó la colección del DIA fue Gerald Rosen, ex juez de del Tribunal de Estados Unidos en el Distrito Este de Michigan. [Rosen] también fue el negociador de la deuda de la ciudad de Detroit, cuyo trabajo era reunir a las partes y llegar a un acuerdo. Había 150.000 acreedores divididos en grupos tales como los formados en Puerto Rico para reclamar el pago de la deuda. Entre ellos estaban los fondos de cobertura y exactamente las mismas compañías de seguros de bonos que están en Puerto Rico.

 

Rosen negoció con todos al mismo tiempo, “aunque no siempre en la misma habitación”, dijo a finales de febrero en una mesa en el Rattlesnake Club en Detroit, donde habló con el Centro de Periodismo Investigativo (CPI).

 

Algunas negociaciones con los acreedores tomaron ocho meses y otras más de un año.

 

“El juez Steve Rhodes y yo entendíamos que la única manera de salir rápidamente de la bancarrota era a través de acuerdos consensuales. Porque, de lo contrario, la quiebra seguiría por años y la ciudad estaría luchando contra sus empleados, sus policías”, dijo Rosen.

 

Detroit no es similar a Puerto Rico, pero allí puede haber lecciones que aprender. Especialmente en el preludio de las negociaciones voluntarias iniciadas secretamente la semana pasada en la Ciudad de Nueva York por la Junta de Control Fiscal y el gobierno de Puerto Rico con los acreedores.

 

¿Tenía Detroit distintos tipos de deuda?

Teníamos varios, más que varios, tipos de acreedores, al igual que Puerto Rico. Teníamos la deuda denominada UTGO (Unlimited Tax General Obligation), teníamos LTGO (Limited Tax General Obligation), teníamos Special Revenue Debt (para el Departamento de Aguas) y dentro de cada una de esas categorías había distintos tipos de emisiones. Y también tuvimos lo que se conoce como COPs (Certificates of Participation) que financiaron la insuficiencia de la pensión en 2005 y 2006), y por encima de eso, teníamos lo que se conoce como swaps (instrumentos que protegían contra el aumento de las tasas de interés).

Escuchamos que había alrededor de 150 mil acreedores.

Sí. Además de la deuda institucional, los bonos, también estaban los jubilados, y además estaban los vendedores, personas que vendían a la ciudad, y personas que habían conseguido sentencias contra la ciudad. Nosotros negociamos con todos ellos.

 

¿[Los acreedores] formaron grupos?

Sí, negociamos, por ejemplo, dentro de los UTGOs, con cuatro aseguradoras diferentes, las cuales aseguraban cuatro tipos diferentes de emisiones. Y ellas formaron grupos para la negociación. Cuando negociábamos con los UTGOs, generalmente lo hacíamos como un grupo; ellas tenían abogados principales para cada grupo y una persona financiera principal, así que negociamos con ellos.

 

¿Cuánto tiempo tomó?

Fue diferente para cada grupo de acreedores. El primer acuerdo que alcanzamos con los UTGOs lo empezamos a negociar en agosto y terminamos en marzo. Para los LTGO llegamos a un acuerdo muy rápido después, y los bonos de ingresos especiales (Special Revenue Bonds) vinieron mucho más tarde en agosto. Los COPs fueron lo último, en octubre. Los swaps también se lograron en marzo.

 

¿Los acreedores acudieron a los tribunales antes de declararse la quiebra?

Los COPs lo hicieron. Eran los únicos. Sé que en Puerto Rico ha habido un montón de demandas: la de COFINA, las demandas de los GOs…

 

Cuando usted fue entrevistado en Puerto Rico, expresó que las causas de la bancarrota en Detroit eran mala administración fiscal y pérdida de población.

Había muchas causas subyacentes. La pérdida de población fue muy importante. Detroit en los años 50 era una ciudad de 2 millones de personas, y ahora es de 700,000. Cuando la población se va, los ingresos se van.

 

Pero, ¿la pérdida de población fue una causa o un síntoma de la crisis?

Es una especie de espiral que se alimenta de sí misma. Cuanta menos gente, menos ingresos; menos ingresos, menos servicios. Detroit no estaba proporcionando servicios a la gente y los impuestos eran muy altos. Detroit tenía los impuestos más altos del estado [de Michigan]. La gente no estaba recibiendo nada por sus impuestos.

 

¿Y qué puede decir sobre el desempleo, también era una causa?

El desempleo era muy alto. Pero en realidad, eran muchas las causas. Había problemas raciales en Detroit, siempre los hay. Pero yo diría que la causa principal fue la pérdida de la población, la pérdida de ingresos y la mala administración fiscal por parte de la ciudad.

 

¿Puede darnos algunos ejemplos?

Ellos siguieron gastando y gastando con ninguna expectativa realista de poder devolver el dinero a las personas que se lo estaban prestando. Por ejemplo, hubo un déficit en el sistema de pensiones de $1,500 millones e hicieron un acuerdo con las COPs. Detroit ya estaba en su límite de endeudamiento estatutario, y luego hicieron este acuerdo con las COPs que eludía el límite de endeudamiento estatutario; un trato muy complicado. Pero simplemente seguían añadiendo deuda.

 

¿Quién tomaba esas decisiones?

El alcalde. Y la corrupción también jugó un papel. Probablemente han escuchado sobre el alcalde de Detroit, Kwame Kilpatrick y sus 40 socios, que fueron condenados en un tribunal federal. Cuando yo era Juez Presidente, presidí el Gran Jurado que los acusaba. Por lo tanto, la corrupción era un gran problema.

 

¿En qué momento del proceso se llevó a cabo una auditoría de la deuda?

Sí. Pienso que el Gobernador (Rick) Snyder hizo lo mejor que pudo con la auditoría. Él designó a las personas -contables y especialistas en reorganización estructural-, para hacer una auditoría de la deuda. Uno de los problemas en Detroit es que era muy malo en el mantenimiento de sus récords, por lo que, ciertamente, [la auditoría] no satisfacía los estándares tradicionales de la contabilidad. No obstante, al final teníamos una buena idea de cuánto era realmente la deuda.

 

¿En qué momento del proceso tuvo conocimiento de quiénes eran los acreedores de Detroit?

Justo al comienzo de la bancarrota; porque cuando la ciudad hace la petición [de quiebra] tiene que hacer una lista de sus acreedores. Yo fui quien confeccionó la negociación, lo cual creo que Puerto Rico necesita desesperadamente y nadie lo está haciendo. Yo todo el tiempo estoy recibiendo llamadas de gente de Puerto Rico, pero nadie parece estar conduciendo el autobús. El proceso probablemente terminará siendo supervisado por el tribunal. Deberían estar negociando ahora, como hicimos en Detroit. No sé por qué están esperando.

 

Muchos de los abogados con los que trabajé están ahora mismo en Puerto Rico. Y yo escucho de ellos. Acabo de escuchar de uno… Algunos dicen, “esta gente está en negación; no quieren abordar los problemas reales”, y otros solo dicen que hay obstáculos políticos. Pero miren, las cosas no van a mejorar hasta que las encaren; así es como funciona.

 

¿Qué tipo de acreedores tuvo usted en Detroit?

Teníamos fondos de cobertura, pero no en la medida en que ustedes los tienen en Puerto Rico. La mayor parte de la deuda de los acreedores financieros estaba asegurada, principalmente por cuatro aseguradoras.

 

¿Cuáles?

Las mismos que están en Puerto Rico. Assured, National, Ambac… y no sé si Syncora está en Puerto Rico. ¿Syncora está en Puerto Rico?

 

Sí.

También estaba Federal Guarantee Insurance Corporation. Así que creo que es el mismo grupo de personas. Y, obviamente, las aseguradoras son los que más interesadas en recuperar el dinero, porque de lo contrario se quedan pillados.

 

¿Analizó cuál hubiera sido el resultado si no hubiera reducido y renegociado la deuda, obteniendo una reducción del 50% para parte de la deuda?

Hubiera sido un desastre. Teníamos que reducir la deuda, teníamos que reestructurar otra parte de la deuda, y teníamos que traer nuevos ingresos. Si no lo hacíamos, Detroit seguiría estando en bancarrota y de toda la nueva inversión que está ocurriendo ahora, buena parte no estaría llegando. Ustedes saben, los inversionistas quieren un mercado estable, y cuando uno está en bancarrota, hay incertidumbre para los inversionistas.

 

¿Cómo lograron la reducción del 50% en parte de la deuda?

Tenemos que pasar por cada acuerdo que alcanzamos. Organizamos los acuerdos por el nivel de fortaleza -de la capacidad legal- que cada uno de los acreedores tenía. Por ejemplo, los bonos UTGO obtuvieron el 74% de su deuda porque tenían la posición legal más fuerte entre los acreedores financieros. Los jubilados obtuvieron casi el 100% de sus pensiones, pero perdieron casi el 90% de sus servicios de salud. De lo que era la deuda total para la ciudad -en salud- se redujo esa deuda, que era de $7,500 millones de dólares, se redujo en un 90%, por lo que realmente la salud tuvo el golpe más grande. Los LTGO tuvieron una reducción de 60%. Los bonos de Ingresos Especiales, del departamento de aguas, no tuvieron ningún recorte en su deuda principal; pero los pudimos refinanciar porque estaban asegurados. También pudimos refinanciar los Bonos de Ingresos (Revenue Bonds) a través de lo que se llama una “oferta pública” (tender offer), que en realidad era una oferta pública inversa, y la persona que la diseñó está trabajando ahora en Puerto Rico. Su nombre es David Brownstein y espero que tenga éxito allí. Él estuvo en Detroit y se le ocurrió esta brillante idea. Y así pudimos refinanciar los Bonos de Ingresos a una tasa mucho más baja. Y ahorramos más de $113 millones inicialmente, solo con ese refinanciamiento.

 

¿Por qué piensa usted que es mejor que un juez, como usted o Rhodes, tome estas decisiones y dirija el proceso, en lugar de un oficial electo? Porque el costo político de las decisiones… En su caso, ustedes no tienen que pasar por un proceso electoral.

Somos independientes. Pero no somos democráticos. Es bueno, pero es malo. Pero ambos, Steve y yo, fuimos bien sensibles a la gente; quiero decir, Steve invitaba a la gente al tribunal a hacer declaraciones sobre la bancarrota, a dar testimonios…

 

Sobre el DIA, ¿cómo sucedió eso?

La ciudad prácticamente no tenía activos. Ninguno. Mi trabajo era conseguir negocios para obtener acuerdos entre los acreedores y la ciudad. Para obtener ofertas tiene que haber dinero o activos que puedan ser monetizados. Detroit no tenía nada excepto el arte; eso es todo lo que tenía, realmente: el 42% de todos los ingresos de la ciudad se gastó en pensiones y atención de la salud, para los jubilados. Y ese número estaba aumentando dramáticamente. En cuatro o cinco años sería el 67%. Por lo tanto, estaba bastante claro para mí que de alguna manera el arte era el único activo de la ciudad y este tenía que ser monetizado.

 

Por otra parte, vender el arte habría sido un desastre para la ciudad. Hubiera sido horrible. El Detroit Institute of Arts es uno de los museos más grandes del mundo. Tiene 66,000 obras de arte, y una de las cosas que vi fue que estaba atrayendo a casi 600,000 personas al año hacia la periferia del centro de la ciudad. Y esa gente venía, y además de ir al museo de arte, iban a las tiendas y los restaurantes. Por lo tanto, de haber liquidado el arte, el museo, habría sido como dejar caer una bomba de hidrógeno en el medio de la ciudad. Le habría drenado toda la vida económica.

 

Y además, había problemas raciales. Quiero decir, el museo de arte estaba levantando un fondo para litigios para luchar contra la liquidación, y la Junta del museo era el “quién es quién” de la región. Así que teníamos a los sindicatos por un lado, compuestos mayormente por una población afroamericana; y a los jubilados, con una población afroamericana estable, por lo que había una narrativa muy fea que se estaba desarrollando: el arte versus el pueblo. Así que cuando se me ocurrió la idea de The Grand Bargain, era una forma de monetizar el arte trayendo dinero nuevo y luego tomar todo el dinero y darlo a los jubilados.

 

¿Cómo recibieron los empleados de DIA esa propuesta?

Bueno, finalmente, fueron muy solidarios e incluso recaudaron $100 millones de dólares para contribuir. El DIA recaudó ese dinero de donantes privados, para contribuir a lo que llamamos The Grand Bargain.

 

¿Y los jubilados?

Votaron, creo que el 73%, para apoyarla.

 

¿No se veía como una forma de privatización de los bienes públicos?

No, no fue una privatización. Está en un fideicomiso público. Había gente que quería privatizar [el museo], vendiéndolo obra por obra, o vendiéndolo a algún tipo de conglomerado, pero no, eso no es lo que hicimos. Lo pusimos en un fideicomiso público.

 

Así que, los ingresos de la DIA, ¿a dónde van ahora?

Todos los ingresos que vienen -los ingresos operativos del DIA-, el dinero que recaudamos, fluye a través de un fondo para los jubilados. Así fue como lo aprovechamos.

 

Cuando usted fue a la comunidad filantrópica para convencerla de ayudar, ¿no se preguntaban por qué deberían tener la responsabilidad de obtener todos estos fondos para “salvar la ciudad”, en lugar del sector privado que se benefició de la ciudad?

La comunidad filantrópica ayuda a las personas. Y en Detroit no se trataba solo de salvar el arte, y tampoco solo ayudar a los jubilados, sino de salvar la ciudad. Y ese fue el llamado que hice a las fundaciones.

 

¿Así que no se preguntaron por qué deberían ser ellos?

Estoy seguro de que se lo preguntaron. Tuvieron debates internos. El DIA recaudó $100 millones del sector privado, de la industria automotriz, de los tres grandes (General Motors, Ford y Chrysler), de los principales proveedores de partes, de todas las grandes corporaciones de la ciudad.

Al final de la conversación, Rosen reflexionó sobre los retos que enfrenta Puerto Rico.

 

“Sé que la dinámica de la situación en Puerto Rico es muy similar a la dinámica de la situación en Detroit. Pérdida de población, reducción de servicios, estancamiento político, fuga de cerebros, y sin embargo, tienes una isla, un territorio, con un gran potencial que no se está desarrollando. Eso es lo que teníamos en Detroit. Hay un alto nivel de semejanzas. Creo que hay esperanza para Puerto Rico si la gente es lo suficientemente valiente como para resolver los problemas. Si Puerto Rico tuviera un estatuto de quiebra, o pudiera declararse en bancarrota, lograría un gran progreso como lo logramos en Detroit “, dijo.

 

“El proceso de mediación que diseñé nunca antes se había hecho. Y mucha gente me dijo que no iba a funcionar. En el equipo, cada mediador tomó un grupo, conmigo en el medio… No estoy aquí diciendo que Puerto Rico tiene que hacerlo de la misma manera que lo hicimos en Detroit. Cada territorio, cada ciudad, va a tener que encontrar su propio camino adaptándose a sus propios problemas y a su propia historia. Pero le diría esto a cualquiera: la situación no va a mejorar “, concluyó Rosen.

 

Esta historia es publicada en parte con el apoyo del Ravitch Fiscal Reporting Program de la Escuela Graduada de Periodismo en la Universidad de la Ciudad de Nueva York.

Puede acceder a la historia original en el portal del Centro de Periodismo Investigativo

 

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