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Antivacunas, un juego peligroso en el deporte

Pese a tratarse de un puñado de atletas en cada disciplina, sus casos resaltan por ser referentes culturales.

Djokovic GettyImages

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Sigue extendiéndose la saga de Novak Djokovic y la exención que casi le permite jugar el Abierto de Australia. Y no solo porque ahora se sepa que, en 2020, el serbio compró el 80 % de la propiedad de un laboratorio danés para desarrollar un tratamiento sin vacunas contra el COVID-19, o porque con las nuevas reglas de ingreso a Francia, el número 1 del tenis mundial podría quedarse sin disputar ninguno de los eventos del Grand Slam por no estar inoculado.

El caso de “Nole” visibiliza un asunto importante: el de los deportistas que no quieren vacunarse, más allá de que se haya demostrado científicamente la inocuidad y eficacia de las diferentes alternativas para inmunizarse.

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Los casos son, en general, escasos, pero notorios. Y, algunos, dramáticos. Al punto que el belga Frédéric Sinistra, tricampeón mundial del kickboxing, falleció hace pocas semanas víctima del coronavirus. Era un fanático antivacunas.

Al margen del reciente revuelo causado por Djokovic y su recién conocido intento -vía la firma de biotecnología danesa QuantBioRes- de encontrar un remedio a través de un péptido que impide que el coronavirus infecte la célula humana, la imagen y opinión de los deportistas respecto de la vacunación es un fenómeno cultural. Y es que si bien la gran mayoría de los atletas se ha inoculado, quienes no lo hacen llaman la atención.

(Andy Lyons/Getty Images)

Por ejemplo, poco importa que en Estados Unidos la tasa de vacunación de los deportistas profesionales sea mucho mayor que la del resto de la población, porque llama la atención lo de “Nole”, lo de Kyrie Irving o lo de Aron Rodgers. El basquetbolista de los Brooklyn Nets, por ejemplo, se pasó los primeros meses de la temporada de la NBA sin jugar por su negativa a inocularse. Estrella de su equipo y con sueldo millonario, recién hace dos semanas, a mitad de de la competencia, volvió a jugar y solo en los duelos como visita, pues la norma del estado de Nueva York le impide hacerlo sin inyectarse.

Así, sin quererlo, como suele ocurrir, los deportistas quedan en el centro de la polémica en un asunto de salud pública y como símbolos de una guerra cultural entre la evidencia científica y los mitos y miedos populares.

Múltiples motivos para justificar una postura

  1. Kyrie Irving: La estrella de los Brooklyn Nets estuvo casi la mitad de la temporada sin jugar. No se inocula porque “es un plan satánico para conectar a un computador a los negros”.
  2. Aaron Rodgers: El exitoso mariscal de campo de Green Bay Packers se saltó los protocolos de la NFL y mintió sobre su vacunación: pasó de leyenda a figura controvertida.
  3. Joshua Kimmich: Su caso ha sido el más notorio en el fútbol mundial. Se contagió, tuvo secuelas y el Bayern Múnich hasta lo multó. Tras todo eso, se convenció de vacunarse.
  4. Anthony Rizzo: Pese a contagiarse, el beisbolista de los Yankees ha asegurado que realiza su “propia investigación sobre la vacuna” y que inocularse es una “decisión de vida”.
  5.  Kelly Slater: “Si están vacunados, ¿por qué les preocupa el estatus de otro? A menos que, claro, la vacuna no los proteja”, afirma el surfista, que debe ir a competir a Australia.
  6.  N’Golo Kanté: En una liga como la inglesa, donde casi el 25 % no se ha vacunado, el del Chelsea juega a veces, con la comprensión de su DT, Thomas Tuchel, que no obliga a nadie a eso.

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