Curiosamente, Max Fried encontró su mejor paso después de sufrir un pisotón. Y terminó guiando a los Bravos de Atlanta hacia la coronación en el sexto juego de la Serie Mundial.
El joven zurdo lució al fin como un as, y los Bravos conquistaron su primer cetro del Clásico de Otoño desde 1995. En aquella coronación, Fried estaba a unos meses de festejar su segundo cumpleaños.
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Fried sacó 18 ’outs’ ante los 19 bateadores a quienes enfrentó, después de que Michael Brantley le dio un pisotón con los spikes de goma, torciéndole el tobillo derecho.
El lanzador trataba de cubrir la primera base, después de que el segundo bateador de Houston en el juego del martes bateó una roleta lenta, fildeada por el primera base Freddie Freeman.
“No me sentí bien, pero en ese momento pensé que estábamos en la Serie Mundial. Uno simplemente busca salir adelante”, dijo Fried. “Sentí muy rígido el tobillo, pero no tuve tanto dolor ni nada que fuera tan grave o incómodo”.
En cuanto el umpire Chris Conroy marcó safe, Fried señaló hacia su pie derecho, y no para referir que le dolía. Indicó más bien que Brantley lo había pisado, sin hacer contacto con la almohadilla.
Los Bravos no discutieron la decisión. Se concentraron en revisar que el tobillo de Fried estuviera bien, tras doblarse en forma aparatosa.
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El lanzador estaba en realidad de maravilla, y se convirtió en el único de esta Serie Mundial que pudo completar seis innings.
Seis días después de caer en el segundo juego en Houston, Fried recetó seis ponches, sin dar boletos, y limitó a los Astros a cuatro sencillos. Atlanta se impuso por 7-0.
El manager de los Bravos, Brian Snitker, dijo que se había sentido “muy asustado” al ver el pisotón. Dijo recordar la fractura de peroné que sufrió Charlie Morton en el primer juego de la serie, cuando lo impactó una roleta.
“Simplemente me sentí agradecido cuando él se levantó y dijo que estaba bien”, dijo el piloto. “Luego tuvo un inning muy estresante… pero se recuperó y evidentemente hizo un gran trabajo”.