Un boxeador francés del peso completo se sentó al borde del ring olímpico el domingo en protesta por su descalificación en cuartos de final tras propinar un cabezazo intencional a su rival.
Mourad Aliev se enojó cuando el árbitro, Andy Mustacchio, lo descalificó a cuatro segundos del final del segundo asalto. El referí decidió que Aliev había utilizado intencionadamente su cabeza para golpear al británico Frazer Clarke, quien tenía cortes significativos cerca de ambos ojos.
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Tras anunciarse el veredicto, Aliev se sentó en la plataforma del cuadrilátero, justo por fuera de las cuerdas y encima de las escaleras de acceso. Los miembros del equipo francés se acercaron a hablar con él y a llevarle agua.
“Esta fue mi forma de mostrar que la decisión fue muy injusta”, dijo Aliev a través de un traductor. “Quería pelear contra toda esta injusticia, y honestamente, hoy mis compañeros también tuvieron resultados injustos. He entrenado toda mi vida para esto, y llego aquí y por la decisión de un árbitro, pierdo. Se acabó”.
Luego de más de 30 minutos, las árbitros salieron a dialogar con Aliev y con el equipo francés. El boxeador abandonó entonces el ring y todos entraron a los vestuarios del Kokugikan Arena, pero cerca de un cuarto de hora después, regresó y retomó su protesta en el mismo lugar.
Aliev protestó vocal y enfáticamente justo después del combate, gritando “¡Todo el mundo sabe que gané!” a un estadio prácticamente vacío. Además rechazó los intentos de Clarke de calmarlo. Aliev había ganado el primer asalto en tres de las cinco tarjetas de los jueces en lo que era una pelea ajustada.
La protesta más famosa del boxeo olímpico por una decisión arbitral ocurrió en Seúl en 1988, cuando el surcoreano Byun Jung-il se negó a bajarse del ring tras una penalización de dos puntos por usar la cabeza de forma ilegal. Se quedó allí por más de una hora y los responsables de los Juegos llegaron a apagar la luz del estadio.