Mara Gómez, la joven trans que se refugió en el fútbol para escapar de la discriminación y la exclusión, se convertirá en la primera jugadora transgénero en disputar el torneo profesional de fútbol femenino en Argentina.
La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) autorizó el viernes la inclusión de Gómez, de 23 años, en el plantel de Villa San Carlos que disputa el torneo transición 2020. Su equipo enfrentará el lunes a Lanús por la segunda fecha.
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“Pude sacar el techo de encima de mí, muchas veces fui limitada a ciertos torneos, a hacer ciertas cosas en mi vida. Jugar el primer partido es eso, disfrutar de esto que no sólo me hace bien a mí sino a gran parte de la sociedad también”, dijo Gómez en una entrevista con The Associated Press en la casa que comparte con su madre y cuatro hermanas más pequeñas en las afueras de La Plata, suburbio al sur de Buenos Aires.
“Me di cuenta que el fútbol, por más que yo no lo sabía practicar, me hacía bien, me hacía olvidar un montón de momentos de los que yo vivía en el día a día, le daba relajación y paz a mi mente y me ayudó a enfrentar todos los obstáculos del día a día. Empecé a amarme”.
Después de un largo recorrido como futbolista amateur en ligas de la provincia de Buenos Aires, la delantera fue fichada este año por Villa San Carlos de la máxima categoría. En plena pandemia de coronavirus, Mara batalló durante meses para convencer a la dirigencia de AFA que su condición de mujer trans no implicaba una supuesta ventaja física que se le atribuye a los deportistas transgénero en el deporte de alto rendimiento.
La entidad, que en sus estatutos no contempla esta situación, acordó con ella una medición de testosterona en sangre por debajo de los 10 nanomoles por litro, de acuerdo con los parámetros que impone el Comité Olímpico Internacional (COI) para que un atleta transegénero pueda competir.
El fútbol será a partir de ahora un medio de vida para Mara, pero hace una década le dio motivos para superar varios intentos de suicidio en la adolescencia “a causa de la discriminación y la exclusión que yo padecía” mientras atravesaba la transición hacia su nueva identidad.
Fue entonces que empezó a jugar a la pelota en una cancha de un baldío frente a su casa, junto con vecinas del barrio.
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“Me di cuenta que el fútbol, por más que yo no lo sabía practicar, me hacía bien, me hacía olvidar un montón de momentos de los que yo vivía en el día a día, le daba relajación y paz a mi mente y me ayudó a enfrentar todos los obstáculos del día a día. Empecé a amarme”, recordó.
Mara marcará un hito en un país que en la última década ha mostrado avances revolucionarios en el acceso a derechos civiles, como una inédita ley a nivel mundial de identidad de género sancionada en 2012 que permite a los ciudadanos optar por la identidad autopercibida independientemente de su sexo biológico. También fue pionero en América Latina con la sanción del matrimonio igualitario en 2010.
Su caso implicó “romper con ciertas costumbres que tienen que ver con lo patriarcal, con eso que nos han impuesto que tenían que ser nuestras conductas y a qué teníamos que dedicarnos de acuerdo con nuestra genitalidad”.
De altura imponente y figura atlética, Mara tiene como modelos a su compatriota Estefanía Banini, excapitana de la selección argentina, la estrella brasileña Marta y a la estadounidense Alex Morgan.
¿Jugar un mundial femenino?
“Nunca soñé que iba a estar en primera división y sin embargo se me dio. No sabría decirte si pienso en un Mundial porque me da miedo pensarlo, que pueda ser limitada o excluida. Sí, creo sería inexplicable, un sueño no vivido”, concluyó.