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Team Barea desde el encierro: “Me gustaría jugar un año más”

José Juan Barea habló sobre cómo la está pasando durante la cuarentena

Barea

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Está en Dallas, lejos de Puerto Rico. Lleva ya varias semanas encerrado. La pandemia ha hecho que piense en muchas interrogantes sobre lo que es el futuro de su carrera.

Para el doctor Pedro Barea, sin embargo, lo principal será qué pasará con los protocolos en medicina oral.

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“Yo creo y puede que no pase como yo piense, pero vamos a tener que tener requisitos más estrictos en control de infecciones. La profesión de la odontología se destaca por trabajar con control de infecciones de forma más eficiente. Son bien estrictos ya, pero esto cambia todo, en todo lo que significa la vida”, explicó el odontólogo.

“Creo que el costo operacional va a subir si ese es el caso, en Puerto Rico el cantazo va a er más fuertes Los dentistas vamos lidiando con los problemas de las aseguradoras hace 26 años ya, pero esto cambia todo. En el caso de Puerto Rico, los planes médicos pagan menos, y esto lo hará cuesta arriba, comparado con Estados Unidos”, agregó Barea.

Claro, Pedro es apenas uno de varios Barea en este artículo. Pedro trabaja en una práctica de odontología en Dallas y en un artículo próximo de El Calce hablaremos de su experiencia allá, de cómo la comunidad médica palpa la situación en esa ciudad y cuáles son las principales preocupaciones de los dentistas ante el embate del coronavirus. Hace dos semanas, Pedro vive junto a su primo, José Juan, jugador de la NBA y eterno capitán de la selección nacional de baloncesto.

“Yo vivo en un apartamento en Parkland, cerca de un hospital, y durante las primeras dos semanas del lockdown, mi novia y yo nos quedamos encerrados, hicimos compra para mucho tiempo. Siempre me comunico con JJ, porque estamos ambos acá. Pero a principios de abril nuestro abuelo falleció y mientras hablábamos de eso me dijo que me fuese a su casa. Considerando como esta la cosa, arranqué, porque estas cosas son mejor pasarlas en familia”, apuntó el odontólogo, sobre el gran Salvador Barea, “quién estuvo detrás de nosotros desde siempre y nunca se perdió ni un recital, ni una graduación, ni una práctica. Ese era el duro”.

Según entendimos, J. J. le dijo: “vente pa’ acá, coño, que hay patio y salimos afuera a vacilar”. Y eso hizo. No es que el luto se haya disipado, es que en medio de emergencias como esta la familia se crece. “Sabemos lo afortunado que somos”.

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“Y yo ahora tengo barba, mira esto”, interpone José Juan sobre cómo va su cuarentena, mientras se soba una lanita de vellos negros, colorados, rubios y grises.

“A mí me va bien, fíjate…”, expresó Barea, con su ecléctica barba en baja, al preguntarle cuánto esta cuestión de estar encerrado puede joderle la psiquis a un atleta de alto rendimiento.

“Yo voy a ser agente libre, pero como quiera voy a firmar de nuevo un contrato”.

“Me estoy disfrutando el tiempo con la familia, con mis hijos. Estoy entrenando, mejorando mi cuerpo. Yo me mantengo tranquilo. Ahora la mentalidad es distinta, hay que bajarle revoluciones. Estoy aprovechando el tiempo en casa con la familia y con mis hijos”, explicó.

De no regresar la NBA en 2020, Barea entiende que deberá firmar un nuevo contrato con Dallas para la venidera campaña.

“Yo voy a ser agente libre, pero como quiera voy a firmar de nuevo un contrato”, dijo. “Me gustaría jugar un año más, no me gustaría acabar así. Yo como quiera todavía me siento bien y con este descanso me irá mucho mejor”, añadió, subrayando que su interés de ser dirigente aún sigue vivo.

Barea reconoce que esta temporada sus minutos no han sido muchos, “pero cuando salgo a la cancha hago mi trabajo. Y si no me dan minutos, me lo gozo como quiera”,

Mientras el hacha va y viene y se resuelve esto del coronavirus, José Juan y Pedro siguen echando chistes, en compartir familiar y recordando anécdotas de abuelo Salva. La familia es un institución, claro está, pero… ¿quién se la monta a quién aquí?

“Este no me deja quieto nunca”, dice José Juan de Pedro. “Yo me porto bien, yo soy el buenagente aquí”.

Pedro sube los ojos y aguanta la risa. Abuelo Salva goza allá arriba. Nada, que la pandemia en familia se pasa mejor siempre.

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