Deontay Wilder dice que el elaborado disfraz que vistió para subir al cuadrilátero lo desgastó tanto que al final no tuvo la fuerza necesaria para resistir los ataques de Tyson Fury en la pelea del sábado, por el título de los pesados.
Wilder añadió que haría válida una cláusula de su contrato para disputar un tercer combate con Fury, quizás a mediados de este año.
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“Este verano, sin otras peleas antes de ésta”, dijo Wilder a The Associated Press el lunes, en una entrevista telefónica. “Soy un guerrero y estoy listo para ir de nuevo, pero vamos a cambiar muchas cosas en el entrenamiento”.
El estadounidense dijo que su disfraz, calificado por él mismo como un homenaje al Mes de la Historia Negra, le restó fuerza. Aseguró que las piernas no le respondían adecuadamente para el momento en que comenzó el pleito.
Wilder relató que todo el atuendo, incluida la máscara, pesaba unas 40 libras (20 kilogramos). Para el segundo asalto, supo que la velocidad y la fuerza de sus piernas lo habían abandonado.
Añadió que su entrenador asistente Mark Breland, contravino las instrucciones acordadas antes de la pelea, al arrojar la toalla para poner fin a las hostilidades a los 1:39 minutos del séptimo round. Advirtió que difícilmente Breland estará en su esquina para una tercera contienda.
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“Tuvimos por años muchas discusiones sobre esta situación, y el hecho de que él hiciera esto todavía, después de que Jay (Deas, el principal entrenador de Wilder) le dijo que no lo hiciera es algo que realmente me hizo daño. Y luego escuché que fue influido por otro boxeador en el público, con lo que cobran bastante sentido las teorías de conspiración en la cabeza de uno. ¿Por qué lo hizo? No tiene sentido”.
El exmonarca de los pesados fue derribado dos veces por Fury en el combate, antes de que su esquina lanzara la toalla en el séptimo episodio. Fue su primera derrota en 44 peleas, y llegó tras 10 defensas exitosas del título.
Wilder, quien siempre ha utilizado disfraces extravagantes en el cuadrilátero, dijo que se probó el que vestiría durante la pelea una noche antes, en la habitación de su hotel, para cerciorarse de que podría ponérselo y quitárselo.
Afirmó que el atuendo pesaba mucho, debido a las lentejuelas y otros adornos, así como por las baterías que requería la máscara a fin de que los ojos se iluminaran cuando el púgil llegara al ring.
“Cuando subí los escalones (hacia el cuadrilátero), supe de inmediato que había algo diferente en mi condición”, dijo. “Después del segundo round, no tenía piernas, punto”.