DOHA, Qatar (AP) — El cronómetro no es el único medidor de los avances de los atletas en el campeonato mundial de este año.
Aproximadamente 200 corredores se ofrecieron como voluntarios al tragar píldoras rojiblancas que contienen dispositivos que transmiten datos. Se trata de un proyecto investigativo de la Federación Internacional de Atletismo sobre los efectos del calor en el físico.
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No pudieron escoger un mejor momento y sitio — en Doha, donde las temperaturas alcanzan los 38 grados Celsius (100 F) todos los días, y a menos de un año de los Juegos Olímpicos de Tokio, donde se esperan condiciones igual de agobiantes.
La mayoría de los voluntarios para el estudio compiten en pruebas de máxima exigencia, como el maratón, los 10.000 metros y las marchas. Las maratones y marcha se disputan fuera de un estadio que tiene aire acondicionado. Las temperaturas oscilan en los 32 C (90 F) con humedad sobre 70% cada noche. Entre el 25 y 40 por ciento de los participantes en el maratón femenino y la marcha de 50 kilómetros abandonaron. Quedan unos 20 corredores como parte del estadio para el maratón masculino el sábado.
“Estamos aprendiendo mucho de estos atletas de élite gracias a esta tecnología”, dijo Paolo Emilio Adami, el director de salud y ciencia del departamento médico de la IAAF.
Así es cómo funciona: unas dos horas antes de su competencia, los corredores que forman parte del estadio se toman una píldora — del tamaño de un típico antibiótico — que contiene un transmisor y una batería. La píldora llega a los intestinos para el momento de la carrera (ese es el objetivo) y el personal médico se encarga del resto, con herramientas dispuestas para sincronizar con el transmisor una vez que el atleta completó su prueba. Los transmisores registran las temperaturas en el cuerpo.
Además, cámaras termales a lo largo del recorrido calcula las emisiones de calor por medio de imágenes de alta definición (no se registran mediante el transmisor). Y los atletas participantes se pesan antes y después de la carrera medir el grado de hidratación.
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La maratonista estadounidense Roberta Groner alzó su mano para participar del experimento. No fue sorpresa, dado que ha trabajado como enfermera.
“Hago lo que sea por la investigación”, dijo Groner.
Poco después de completar un maratón femenino, disputado pasada la medianoche en la primera fecha del Mundial, Groner fue escoltada hacia una estación, donde el personal médico le colgó un transmisor en el cuello para bajar la información.
“Puedes constatar cómo me fue en la competición”, dijo Groner, quien quedó sexto y pudo llevarse información útil para sus entrenamientos de cara a los Juegos Olímpicos.