PORTO ALEGRE, Brasil — Y serán 27 nomás.
Argentina deberá aguardar a la próxima edición de la Copa América en 2020 para romper el maleficio de 26 años sin títulos.
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Su clásico rival Brasil le marcó la salida al derrotarlo 2-0 en las semifinales del certamen continental, al que la Albiceleste había llegado sin la euforia de otras citas. Por ello tal vez la derrota se tomó con relativa calma.
El punto de partida fue Lionel Scaloni, un técnico interino sin experiencia que encaró el torneo con muchos jugadores jóvenes que se probaron por primera vez la casaca de la selección en un torneo oficial. Y con tres históricos — el capitán Lionel Messi, Sergio Agüero y Ángel Di María — para guiarlos en el trayecto.
Argentina, que jugará el sábado por el tercer puesto ante Chile o Perú, fue de menos a más, perdió ante rivales que estaban mejor trabajados y con mayor riqueza individual, como ocurrió con Colombia en el debut y Brasil, por el mismo marcador. En el medio empató 1-1 con Paraguay y ganó los duelos que la tenían como favorita ante Qatar y Venezuela, en ambos casos por 2-0.
Messi, de 32 años, emergió como el líder de dientes apretados que tanto se le reclamaba, adentro y fuera de la cancha. Que haya cantado el himno argentino por primera vez jugando para su país es una anécdota pero que ilustra en parte su transformación de capitán silencioso a otro más parecido a Diego Maradona. Su locuacidad en el vestuario post la derrota en Belo Horizonte para criticar al arbitraje y denunciar la influencia de Brasil en la CONMEBOL se pareció bastante a la del exastro.
“Viene una camada buena, importante, que demostró que ama a la selección y que quiere estar. Hay futuro y una base muy grande a la que hay que darle tiempo. Tienen que respetarlos”, reclamó la estrella del Barcelona, quien jugó ante Brasil su mejor partido en la Copa América.
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Y aunque no obtuvo el ansiado título que le falta con Argentina, Messi avisó que cuentan con él para lo que viene: “Si tengo que ayudar desde algún lado, lo voy a hacer. Me sentí muy bien con este grupo”.
Los novatos Juan Foyth, Rodrigo De Paul y Lautaro Martínez se ganaron una nueva oportunidad con la selección. Aunque Leandro Paredes se afianzó como mediocentro, el equipo necesita otras opciones con los laterales.
El futuro de Argentina ahora pasa a jugarse en la sede de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), en particular en el despacho de su presidente Claudio Tapia, con el mismo estilo personalista del fallecido Julio Grondona.
¿Seguirá Scaloni? Las acciones del técnico interino subieron tras la actuación del equipo, teniendo en cuenta que las expectativas fueron mínimas. Pero su espalda no es lo suficientemente ancha para encarar lo que se viene: las eliminatorias para Qatar 2022 y la Copa América, mitad en casa y la otra en Colombia.
¿Podrá Tapia convencer a otros técnicos de más renombre que ya le dijeron que no por su estilo de conducir la AFA? Parece poco probable que Marcelo Gallardo (River Plate), Diego Simeone (Atlético de Madrid), Mauricio Pochettino (Tottenham) y Gerardo Martino (México) hayan cambiado de parecer en este último mes.
La inestabilidad ha sido la tónica en el cargo de seleccionador argentino. Scaloni es el octavo en el puesto desde que José Pekerman salió tras al el Mundial de 2006. En contraste, la vecina Uruguay ha contado con Oscar Tabárez inamovible desde entonces.
Tal vez sea el tiempo de nombres más terrenales, pero ideas claras. Gabriel Heinze (Vélez Sarsfield), Gabriel Milito (Estudiantes) y Hernán Crespo (Banfield), por ejemplo, tienen formación europea, jugaron años en la selección y lograron con pocos recursos que sus equipos se destaquen en el fangoso fútbol argentino.
“No creo que sea el momento de responder esa pregunta, es lo que menos me preocupa ahora mismo”, dijo Scaloni tras la eliminación en la Copa América. “Me preocupa ver y estar con mis jugadores, sufrir esta derrota juntos. La selección está por encima de cualquier entrenador o jugador”.