MELBOURNE, Australia — Naomi Osaka nunca había pasado de los octavos de final en sus 10 primeros torneos de Grand Slam. Ahora, con solo 21 años, puede ganar su segundo major consecutivo.
Y el número 1 en el ranking de la WTA.
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Osaka está a un triunfo de sumar el Abierto de Australia a su palmarés, donde figura el US Open que conquistó hace cuatro meses y medio. La tenista japonesa empleó su potencia para producir 15 aces y pases ganadores y eliminar a la checa Karolina Pliskova por 6-2, 4-6, 6-4 en las semifinales el jueves.
“Me dije que tenía que reagruparme en el tercer set y esforzarme todo lo posible”, dijo Osaka, que salvó cuatro puntos de break en el último set y selló su triunfo con un saque directo a 185 kilómetros por hora (115 mph).
“Tenía mucho miedo a los segundos servicios. Era como, ’Oh, dios mío. ¡Por favor!”, añadió. “De algún modo, lo logré. Supongo que eso es la experiencia”.
Pliskova no pudo repetir su hazaña de la víspera, cuando superó cuatro puntos de partido y un déficit de 5-1 en el tercer set frente a Serena Williams, y se despidió de Australia.
Osaka, que es la única japonesa con un título individual del grand slam, se verá las caras con la también checa Petra Kvitova, doble campeona en Wimbledon, en la final del torneo femenino el sábado. Si sale victoriosa, será la primera en ganar dos majors consecutivos desde que Williams cosechó cuatro seguidos en las temporadas 2014 y 2015.
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La ganadora subirá además a lo más alto de la clasificación de la WTA por primera vez en su carrera. Osaka ocupa actualmente el cuarto puesto y Kvitova el sexto.
En las semifinales masculinas, Rafael Nadal continuó su implacable avance en Melbourne eliminando al griego Stefanos Tsitsipas por 6-2, 6-4, 6-0 en el turno de noche. El español no ha cedido ni un solo set en su intento por ganar su segundo título en Australia, que sería su 18vo major.
Hace solo dos años, Kvitova no pudo disputar el torneo porque semanas antes un intruso la apuñaló en la mano izquierda en su casa. De vuelta en su mejor nivel durante lo que ella llama su “segunda carrera”, la checa se impuso por 7-6 (2), 6-0 a la estadounidense Danielle Collins, 35ta del mundo, luego de que los organizadores cerraron el techo retráctil del Rod Laver Arena cuando la temperatura alcanzó los 40 grados Celsius (105 Fahrenheit).
Kvitova avanzó a su primera final desde que el ataque de 2016, que la obligó a someterse a una larga operación en la mano con la que sostiene la raqueta, la primera también desde que ganó sobre la hierba de Wimbledon por segunda vez en 2014.
“Ni siquiera sabía si iba a jugar al tenis de nuevo”, señaló Kvitova. “Ha sido un largo camino”.
Contra Collins, doble campeona de la NCAA con la Universidad de Virginia y que tenía una foja de 0-5 en grand slams hasta este, Kvitova se fue más agresiva durante todo el juego, combinando potentes reveses de izquierda con ataques acertados para acabar con una ventaja de 30-9 en golpes ganadores.
Pero la clave para su triunfo pudo haber llegado a los 35 minutos de juego y con empate a 4-4 en la pizarra, cuando se decidió cerrar la cubierta del estadio de 15.000 espectadores ante el aplauso de los acalorados espectadores.
Kvitova probablemente quiso aplaudir también.
“Yo estaba más feliz que los aficionados de que se cerrase el techo”, dijo tras el partido. “Me gusta jugar a cubierto. Eso me ayudó un poco”.
En sus años de carrera, Kvitova dejó claro que no le gusta jugar bajo un calor abrasador. No hay mucha gente a la que le guste, pero Collins es una de ellas y pensó que la cubierta debió mantenerse abierta.
“Crecí en Florida y estoy acostumbrada a pasar mucho calor todo el tiempo. Así que lo llevo muy bien”, señaló Collins. “El tenis indoor es un juego diferente. Claramente tuvo su efecto”.
Rafael Nadal, por su parte, no está tratando demasiado bien a la nueva generación de tenistas en este torneo. El griego Tsitsipas, de 20 años, se sumó a la lista de jóvenes que se quedaron en el camino del español a su quinta final en Melbourne Park, la 25ta en torneos del Grand Slam.
Nadal necesitó apenas 11 minutos para demostrarle a Tsitsipas, y a todos los demás, que el chico que echó a Roger Federer del primer major del año no iba a repetir hazaña. Ni a acercarse. El español rompió el servicio del griego en el tercer game, y otras cinco veces en todo el partido, para imponerse por 6-2, 6-4, 6-0. El exnúmero 1 del mundo no vio amenazado su saque hasta el último juego.
“Parecía una dimensión del tenis completamente distinta”, dijo Tsitsipas, 14to preclasificado. “No te deja ganar ritmo. Tiene un estilo de juego completamente diferente al del resto de jugadores. Él tiene este, no sé, talento, que ningún otro tiene. Nunca he visto un jugador así, te hace jugar mal”.
Para Nadal fue el mismo tipo de triunfo en sets corridos que antes Alex de Minaur, de 19 años, en tercera ronda y frente a Frances Tiafoe, de 21, en cuartos.
Preguntado por si trataba de hacer una declaración de intenciones con sus contundentes triunfos ante los jóvenes talentos, Nadal dijo: “No necesitan ningún mensaje, no. Son buenos. Están mejorando cada mes así que siempre es un gran reto jugar contra ellos”.
Para levantar su segunda copa en Australia, Nadal, de 32 años, tendrá que medirse el domingo al vencedor de la semifinal entre el serbio Novak Djokovic y el francés Lucas Pouille, que se disputará el viernes.