Mónica Puig recibe el oro arropada por la monoestrellada en el podio olímpico de Río. Tito Trinidad estalla en llanto con una bandera en su mano tras enterarse de que derrotó a Oscar de la Hoya. Carlos Arroyo se hala la camiseta, mostrándole al mundo su Borinquen tras vencer al otrora temido “Equipo de Ensueño” de los Estados Unidos en la cancha de baloncesto.
Para un país como Puerto Rico, que, valga la redundancia, siempre debate su prerrogativa de ser país, el deporte es clave a la hora de definirse.
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Sí, porque el deporte para Borinquen —a igual que todas sus acciones culturales— carga una consigna definitoria que convierte el sustantivo “nación” en verbo. Y eso sucede aún dentro de los parámetros del coloniaje, pues es en los deportes que fueron impuestos por los Estados Unidos, en los que el puertorriqueño ha logrado desarrollar su identidad nacional.
“Entiendo que ha sido utilizado y sigue siendo utilizado como elemento representativo de nuestra cultura. Hemos adscrito al deporte ese sentido patrio, a pesar de que los deportes que nosotros practicamos son, en su mayoría, de herencia norteamericana”, explicó el profesor Fernando Aybar, catedrático del Departamento de Educación Física y Recreación en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
“Hubo una especie de imperialismo cultural a través del deporte, pero nosotros supimos hacer la resistencia en esos deportes, nativizarlos y darles un color de índole nacional. Nos quisieron empujar lo que ellos practican, pero nosotros les dijimos: ‘Lo vamos a intentar hacer mejor que tú’”, apuntó.
Aybar puntualizó que “por eso es tan importante los logros en el voleibol, en el béisbol, en el baloncesto, en el boxeo, y entiendo yo que esa representación, dentro de lo imaginario que es lo nacional a través del deporte, adquiere unas características bien vivas porque es carne, es sudor, es poesía”.
“Eso nos hace sentir que la nación está viva. Por eso es tan fuerte ese arraigo de deporte e identidad nacional. Se puede ver identificado en el ser humano y sus movimientos cognitivos. Ahí nos vemos todos, en Mónica Puig, en los equipos de baloncesto que adoramos tanto, en los peloteros”, señaló.
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Sin embargo, según explicó el catedrático, el desarrollo del deporte en Puerto Rico carga también unos matices que hacen que la colonización permee.
“Yo creo que este desarrollo que nosotros hemos tenido, que desembocó en representaciones nacionales, fue, en principio, para darle un matiz de no a la colonia, pero lo que también logra esa representación, esa autonomía en el terreno deportivo, es que sirve para los valores patrios, pero también para validar la colonia”, indicó.
“Por ejemplo, fue un embajador estadounidense de Centroamérica el primero que empuja para que Puerto Rico participara por vez primera en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Y también hay que recordar que son los mismos Estados Unidos los que promueven sus propios deportes e integran a los puertorriqueños en ellos. En nuestras selecciones nacionales ha habido coaches estadounidenses”, articuló.
Es decir, el deporte es un factor histórico para determinar nuestra identidad nacional, pero también cuenta con otros matices que promueven el estatus quo con respecto al estatus político de la isla.
“Hay que ver también que, en esta soberanía deportiva, el puertorriqueño se siente libre, pero quizás no se manifiesta de igual forma en lo social, o en lo político. Somos libres en ese contexto, pero, pues eso se queda ahí”, subrayó Aybar.
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