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Juventud, divino tesoro… resistiendo la crisis junto a la diáspora

Como miles de puertorriqueños, Edwin Feliciano Ramírez tuvo que marcharse a Estados Unidos para mantenerse a flote.

Edwin Feliciano Suministrada

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En los últimos años Edwin Feliciano Ramírez ha estado envuelto en el deporte universitario y en la cobertura del deporte nacional. Usted lo conoce. Edwin se ha convertido en una de las principales figuras juveniles que ha comenzado a coger auge en el escenario mediático-deportivo boricua. No obstante, el también narrador olímpico del grito ‘Molotov’, terminó siendo uno de miles de puertorriqueños que tras el paso del huracán María se vio en la necesidad de montarse en un avión rumbo a Estados Unidos. Su misión: salvaguardar el único sustento que lo mantenía a flote, aunque eso significara dejar atrás –al menos por un tiempo– a la familia y las amistades.

A penas unos meses antes de la llegada del poderoso ciclón a las tierras de Borinquen, el fundador de Resistencia Deportiva –proyecto mediático que se encarga de cubrir el deporte universitario del patio– comenzó a abrirse camino en la organización de Major League Baseball (MLB), como parte del equipo de comunicaciones en español. Sin embargo, la caída de las telecomunicaciones en Puerto Rico lo forzó a digerir una partida agridulce, en la que el adiós que le dio a su gente todavía produce llanto en medio de su exitoso desarrollo laboral en un medio de alcance internacional.

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“Para mí no era el momento de irme de Puerto Rico. No estaba preparado ni tenía un plan para esto. Pero mi trabajo no podía parar, porque es mi único sustento y ante esa oportunidad con MLB –que ha sido una bendición– pues tuve que salir para continuar trabajando”,  le comentó a Metro desde Nueva York el discípulo de la eterna leyenda Elliott Castro.

“No había luz, no había internet, la señal de telefonía estaba bien débil y tuve que tomar la decisión. Dejar atrás la familia, las amistades, mis proyectos, y seguir adelante. Ahora mismo el proceso de adaptación ha sido bien duro, pero son sacrificios que uno tiene que hacer, porque –a la larga– esto puede abrirle caminos a compañeros y otros jóvenes con sueños en el mundo de las comunicaciones y en el mundo deportivo”, añadió.

Para el hijo de Luquillo, el hecho de enfrentar un reto de esta naturaleza trasciende cualquier noción ligada al pesimismo. De hecho, según reconoció mientras contenía el llanto en una conversación vía telefónica desde la ciudad que nunca duerme, esto hay que verlo como si la vida se encargara de adelantar los planes futuros, pues una de sus mayores aspiraciones como comunicador era tener una experiencia a nivel internacional. Y bueno, partió para trabajar con MLB y ahora no sale del camerino de los Knicks, una de las franquicias de más tradición en la NBA.

“Este proceso se ha convertido en parte fundamental de mi crecimiento como persona, como profesional y hasta culturalmente, porque estoy trabajando en Nueva York, esta es la capital del mundo. Y yo creo que me quedo con eso, con la riqueza cultural de este ambiente, que tiene sus cosas malas y sus cosas buenas. Que me ha enseñado en medio de todo esto a ser paciente, a comprender y a emprender. Que ha me ha hecho aprender que hay que lograr una perspectiva de vida y también aspirar a seguir enriqueciendo la madurez. Yo me fui el 29 de septiembre, me fui rápido y dentro del proceso he tenido que manejar el hecho de que todavía mi familia necesita. Pero seguimos adelante. Esto se trata de crecer”, afirmó.

Empero, Feliciano aprovechó para puntualizar que ahora más que nunca la resistencia deportiva es importante y fundamental para poner en marcha la evolución del país en todos sus escenarios. Por tanto, subrayó que hay que levantar la industria deportiva y meter mano desde donde se pueda. ¡Pa’ encima, GALLO!

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