LeBron James terminó su conferencia de prensa, se metió un palillo de dientes en la boca y se reclinó detrás del podio como si acabase de disfrutar de una apetitosa cena.
Después de todo, LeBron y los Cavaliers acababan de darse un festín con los Celtics.
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Rompiendo récords y los corazones de los fanáticos de Boston, los campeones de la NBA continuaron con su avasallador paso por los playoffs, y siguen encaminados a otro duelo con Golden State en la final, al propinar el viernes una paliza por 130-86 a los Celtics en la que James ni siquiera tuvo que jugar el último parcial.
Arriba por 38 puntos en el tercer período, el escolta de los Cavs, J.R. Smith, se burló de los seguidores de Boston haciendo como si barriese el suelo.
“Es duro”, resumió el alero de los Celtics, Al Horford. “Es duro asimilarlo”.
Y es probable que vuelva a suceder.
Las aspiraciones de Boston de una remontada sufrieron el sábado un duro golpe después de que se descartó a su estelar base, Isaiah Thomas para el resto de la postemporada debido a una lesión en la cadera. Thomas había sufrido molestias durante más de una semana y se vio obligado a perderse toda la segunda mitad del viernes.
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Precisos desde el silbatazo inicial, James y compañía jamás sacaron el pie del acelerador y atacaron a los Celtics desde todos los sectores de la cancha. En un santiamén, se esfumó todo el optimismo de un equipo de Boston que superó a Washington en siete partidos en las semifinales de la Conferencia del Este, y que después ganó el sorteo y consiguió el primer turno en el próximo draft de la NBA.
Tomando en cuenta la superioridad de Cleveland, el presidente de los Celtics Danny Ainge quizás necesite mucho más que ese draft para armar un equipo que realmente pueda competir contra James, que demostró que sigue siendo el amo y señor de la liga.
Poco antes del inicio del partido, la NBA anunció que Russell Westbrook, James Harden y Kawhi Leonard eran los tres finalistas al premio al Jugador Más Valioso, lo que marginó a James de los tres primeros puestos de la votación para ese premio por primera vez desde 2008.
Aunque el astro de 32 años dijo que no estaba al tanto de esa omisión cuando empezó el partido, después anotó 30 puntos, repartió siete asistencias, atrapó cuatro rebotes, robó cuatro balones y propinó tres tapones, incluyendo uno en el que persiguió a Avery Bradley para pinchar el balón contra el tablero, en la que se ha convertido en una jugada con sello de la casa.
“Supongo que ahora tiene una motivación adicional. Eso nos ayuda”, comentó Smith sobre la votación para el Más Valioso. “Está compitiendo contra un fantasma. Ese es el único punto de comparación”.
Ese fantasma es Michael Jordan, considerado como el mejor basquetbolista en la historia y dueño de seis títulos de la NBA. James, tres veces campeón, está a punto de disputar su séptima final consecutiva.
Sin embargo, por ahora James sólo piensa en el tercer partido, en seguir escribiendo su nombre en la historia de la liga e incluso en enviarle un mensaje a los Warriors, el equipo al que venció en la última final y contra el que perdió en la final de 2015.
Golden State ganó los dos primeros partidos de la final del Oeste ante San Antonio.
“Soy una persona que vive el momento”, afirmó. “Nuestro equipo está pasando por un buen momento, y estoy contento por ser parte de ese buen momento. A fin de cuentas, queremos estar en una posición en la que podamos ganar todos los partidos. Esa es la meta”.