Por: Jorge J. Muñiz Ortiz
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El armador internacional Carlos Arroyo está gozoso por su regreso al Baloncesto Superior Nacional de Puerto Rico, donde a partir del próximo viernes lucirá el uniforme del equipo con que arrancó su carrera profesional, Cariduros de Fajardo, y que también coadministrará.
“Será un día muy especial para mí y quiero que el grupo se sienta bien entusiasmado”, dijo Arroyo, de 37 años, hoy a Efe, tras una conferencia de prensa del equipo de cara a la nueva temporada.
Arroyo, quien jugó en la selección nacional de Puerto Rico durante 15 años, regresará a su tierra después de que hace dos años jugase con los Cangrejeros de Santurce, con los que ganó cinco campeonatos, y abandonar al Galatasaray turco por problemas económicos.
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“Puerto Rico tiene un significado bien especial y Fajardo más especial, pues fue donde nací, me crié y comencé a jugar baloncesto”, recordó Arroyo, quien también jugó nueve temporadas en la NBA, con el Maccabi Tel Aviv de Israel, el Besiktas en Turquía y, por último, con el Barcelona en España.
El deportista admitió que el Barcelona hizo sus acercamientos para que regresara al club, pero ya el puertorriqueño estaba en planes de regresar a la isla e incluir a los Cariduros al torneo del BSN después de nueve años de ausencia.
Arroyo ha estado ligado a los Cariduros desde que su padre, Alberto Arroyo, fue también coadministrador del club, lo que le permitió entonces a que el deportista, a sus 5 años, se convirtiera en “el aguador”, o sea, el que repartía los vasos de aguas a los jugadores, entre ellos, el legendario Georgie Torres.
Sobre Torres, el máximo anotador en la historia del BSN a quien le dedican esta nueva temporada que arranca oficialmente mañana, jueves, Arroyo recordó además que utilizaba el mismo número -11- que éste durante su desarrollo como baloncestista.
Arroyo contó que la primera vez que firmó con los Cariduros a sus 16 años, se compró una bicicleta, y cuando la montaba para ir a los entrenamientos y partidos en Fajardo, los vecinos lo respaldaban para que tuviese un buen juego.
“El baloncesto me ha dado mucho y ahora lo hago de manera recíproca”, sostuvo el destacado base de los Cariduros, franquicia fundada en 1973, pero que no había visto acción desde el año 2008.
La inclusión de Arroyo al club rindió a que su sede, la Cancha Tomás Dones, fuese remodelada gracias a una aportación de 1 millón de dólares, y así brindarle la oportunidad de la familia del armador boricua a volver verlo a jugar y en el mismo equipo que le valió en el año 1996 el premio al Novato del Año.