MIAMI – El chillido de las trompetas, la cadencia de los tambores y los cánticos del público transformarán al Marlins Park en un estadio del Caribe esta semana en el Clásico Mundial de Béisbol.
Para los equipos de Grandes Ligas, esto suena a mucho peligro. Los partidos del Clásico inspiran una entrega total por parte de peloteros ansiosos por darle la victoria a su país, exactamente lo que inquieta a sus patrones en las mayores. Mientras la afición en las gradas disfruta del ambiente del torneo internacional, los managers y ejecutivos de los clubes no se entusiasman de la misma manera por la participación de sus jugadores. “Te expones a una lesión”, afirmó el manager de los Nacionales Dusty Baker. “La mayoría de los coaches y managers prefieren que no fueran”, indicó el manager de los Azulejos John Gibbons. “Pero ha sido algo positivo para el béisbol”. El Clásico, que arrancó el lunes en Corea del Sur, atrae público en masa y los jugadores suelen resaltar el ambiente. Pero disputado en los albores de la pretemporada, el torneo genera una intensidad tremenda cuando aún falta mucho para el comienzo de la campaña regular. Y es así que el temor por una lesión se ha convertido en parte esencial del certamen, como lo es la exuberancia de los fanáticos. “Jugar a todo vapor, pisando el acelerador a fondo, compitiendo con todo, fanáticos gritando desde el tercer nivel — no estamos acostumbrados jugar un béisbol de ese tipo en esta parte del año”, resaltó el manager de los Astros A.J. Hinch. El torpedero dominicano de los Dodgers Hanley Ramírez debió operarse el pulgar tras lesionarse en un lance en la final de 2013, y resulta difícil estimar si el Clásico tiene un impacto negativo en la inminente campaña regular. Edinson Vólquez, Jake Peavy, Daisuke Matsuzaka y Scot Shields sobresalen dentro de un grupo de más 20 lanzadores que participaron en el Clásico y que sufrieron lesiones en los meses posteriores al torneo de 2009. Vólquez, ahora con los Marlins, repite con los campeones dominicanos este año. Reconoce que debió alterar su preparación para esta temporada debido al Clásico. “No estás lanzando en un juego de exhibición. Estás representando a un país. Y debes esforzarte mucho”, comentó Vólquez. Algunos jugadores, como el derecho de los Azulejos Marcus Stroman y el relevista de los Yanquis Dellin Betances, dijeron que iniciaron sus entrenamientos mucho antes de lo usual durante el invierno al entender que su acondicionamiento en los entrenamientos primaverales será breve. “No cuentas con muchos juegos antes del Clásico”, dijo el dominicano Betances. “Pero siento que la adrenalina aparecerá y estaré listo”. Quienes más preocupan son los jugadores que tuvieron un receso de invierno más corto. Tal es el caso del relevista Andrew Miller, de los Indios de Cleveland, campeones de la Liga Americana. Pero los jugadores valoran la oportunidad más que el riesgo de una lesión. El equipo de Estados Unidos reúne a 18 peloteros con selecciones al Juego de Estrellas, dos consagrados con el premio al Jugador Más Valioso y nueve ganadores del Guante de Oro. Ni se diga con Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico, todos con sus mejores figuras en las mayores. “Para mí, es un honor el que me tomaran en cuenta. Representar al país es una oportunidad que no se da todos los días”, dijo el receptor de los Indios Roberto Pérez, quien jugará con Puerto Rico. “Lo de las lesiones está siempre presente. Es algo que no puedes controlar. Es un riesgo, pero tener la oportunidad de representar a tu país es único”. Las reglas del Clásico imponen límites de lanzamientos y salidas, todo con el fin de proteger a los pitchers. Los managers confían que las selecciones tendrán mucho cuidado con los brazos. Jim Leyland, el piloto de Estados Unidos, tiene muy presente esa responsabilidad. Pero cuando el objetivo es salir campeón, es poco lo que puede hacerse para evitar una lesión”. “Lo más importante, en mi modo de ver las cosas, es no exigirles que aprieten mucho antes de lo normal”, afirmó Leyland. “Y eso puede ser peligroso”. Los clubes también se preocupan de que cuando el jugador se reincorpore al campamento de pretemporada, los efectos de haber actuado en el Clásico surgirán después. Calibrar el impacto puede ser difícil, incluso en un deporte en el que las estadísticas abundan. “Lo que no sabemos es el efecto acumulado de haber acelerado, desde la perspectiva de un lanzador o un jugador de posición, y cómo eso puede repercutir en el tercero, cuarto o quinto mes de la temporada”, dijo Hinch. “No estoy seguro que algún día lo vamos a descubrir definitivamente”. Baker consideró que los jugadores de Grandes Ligas son más susceptibles a los de otros países. “Los cubanos y los equipos de Asia están en mejor nivel para esto que nosotros”, opinó Baker. “Es que se entrenan todo el año pasado para esto”. El piloto de los Marlins Don Mattingly buscó el lado positivo, al advertir que el Clásico permite a los jugadores ponerse a tono debido a una intensa competencia. Y Hinch enfatizó la importancia de la experiencia para jugadores bisoños, como su infielder Alex Bregman, quien se alista para su segundo año en las mayores. “Creo que hay que saber diferenciar la ansiedad que tiene un manager con la experiencia como tal”, dijo Hinch. “Bregman se va a sentir como un niño en una tienda de golosinas, rodeado por todas esas súper estrellas del equipo de Estados Unidos. No es fácil cuantificar esa experiencia”.