“La ciudad no come si el campo no produce”, cita con frecuencia el ex gobernador Alejandro García Padilla.
Desde hace unos meses se ha estado exponiendo la problemática de nuestros agricultores para conseguir mano de obra que atienda sus fincas, que recojan la cosecha de lo que comemos.
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Aquí nos quejamos de que importamos casi todo lo que consumimos. Aunque consumamos el 100% de lo que produzca nuestra tierra, la demanda seguiría siendo mayor, por lo que siempre dependeremos de la importación. Lo ideal es que lo local se consuma primero y se complemente la demanda con la importación.
Ahora bien, suponiendo que decidieramos consumir todo lo que producen nuestros agricultores, ¿hay manos para labrar la tierra y recoger la cosecha? En el llamado sobre la necesidad de mano de obra que realizaron los agricultores hace unas semanas, hubo casos donde se anunció que la paga era mucho mayor al mínimo. Nadie respondió. En ese aspecto, ¿de qué nos quejamos cuando importamos casi todos los alimentos, si ni siquiera queremos trabajar la tierra?.
En los pasados días se anunció que se está comenzando a traer mano de obra de México para atender nuestra tierra. No habían terminado de anunciarlo cuando empezaron las críticas. ¡Coño! ¿Criticamos si nadie quiere trabajar la tierra y criticamos si importan la mano de obra? ¿Y, qué hacemos? ¿Que se pierdan las cosechas? Si aquí son muy frágiles para coger sol, pues no critique al que viene de afuera a “broncearse” con nuestro sol caribeño.
Las ayudas federales por la pandemia, específicamente las que apoyan económicamente a quienes realmente quedaron sin trabajo o sin ingresos, han sido muy necesarias. Sin embargo, se han convertido en un dolor de cabeza para el sector productivo, al que se le hace complicado hacer que sus empleados vuelvan a trabajar porque prefieren vivir del mantengo, ya sea porque es un vago genuino o porque económicamente es más rentable vivir de dicho mantengo que sudar un salario menor.
Nunca comprendí cómo el gobierno federal ejecutó una ayuda que fuera mayor a lo que un individuo genera cheque a cheque. Lo razonable, a mi entender, era cubrir un gran porcentaje de ese cheque, tampoco el 100% porque tendríamos el mismo problema que tenemos. Es una ayuda temporera en lo que se resuelve. De hecho, es dinero no tributable, lo que también ayuda. Pero ya se hizo de esa forma y el daño se está viendo ahora, cuando no quieren volver a trabajar, aunque también les molesta si los patronos ocupan las plazas con otras personas que sí están dispuestas a sudar su sustento. Vuelvo y excluyo a los que realmente no pueden trabajar, pero usted y yo sabemos que esos no son todos los que están recibiendo ayudas.
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Hace unas semanas necesitaba un trabajo de ebanistería en mi casa. Al primero que llamé me indicó que está sin ebanista ya que el que él recluta está recibiendo el PUA y no quiere regresar a trabajar, y que otros que ha llamado le dicen lo mismo. El segundo que llamé dijo que sí podía pero que tenía “break” en las próximas 48 horas porque su ebanista comenzaría otros trabajos. Cuando llegó el ebanista a mi casa, era un hermano de la República Dominicana. ¿Saben qué? Ese hermano dominicano será mi primera opción y mi recomendación a otros en futuras ocasiones.
Aquí muchos hermanos del extranjero vienen a hacer el trabajo que muchos de los nuestros no quieren porque les molesta el sol en el cuello, porque prefieren ser mantenidos por los demás contribuyentes, o porque quieren ganar lo que reciben del PUA sin ser profesional, y en muchos casos sin grados académicos universitarios. Como decimos comúnmente: sin quemarse las pestañas estudiando. El asunto de los salarios se tiene que atender con urgencia, pero no podemos detener la economía y desarrollo de nuestra isla porque el mantengo es más fácil.
Las cosas hay que llamarlas por su nombre y aunque no sea la mayoría de los puertorriqueños, sí son muchísimos los que rinden con oda a la cultura de “joderme lo menos que pueda ganándo lo más que pueda”. Y lo peor es que haya otros que les rían las gracias con el “Ay bendito, pero es que el pobre…”. Hay casos y hay casos, por eso excluyo a los que de verdad no pueden trabajar.
No se quejen si viene mano de obra extrajera a hacer lo que aquí no quieren hacer. No sean tan xenófobos y racistas. En lugar de criticar, agradezca que hay que gente que sí hará el trabajo para que usted y sus hijos puedan comer.