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Pa' trás pa' coger impulso

“Sankofa” es una palabra con la que me topé hace muchos años y que contradice abiertamente esa noción de que es innecesario mirar al pasado. Innecesario e inconveniente. “Pa’ trás ni pa’ coger impulso” se nos dice desde que tenemos conciencia, con esa frase que se supone nos inyecte determinación. Se nos ha enseñado que el pasado, pasado está y que sl futuro se mira sin rastro de lo que nos antecede. Nada más falso e inconveniente. El pasado es aleccionador. Para el pueblo “Akan” y en África, la mirada el pasado no solo es conveniente sino necesaria para poder avanzar y modificar lo que ya no nos sirve. Para ellos mirar atrás y aprender de lo que se observa es imperativo si se quiere evitar aquello de repetir errores. Y tienen razón.

Hoy, a solo horas de despedir un 2019 de importantes retos individuales y colectivos, nos toca mirar atrás y, al hacerlo, analizar el pasado para sentar las bases de un futuro de cambio. De ese que escapa al discurso para convertirse en hecho. El 2019 nos deja enormes lecciones.

La primera, que no es cierto que las elecciones son el único vehículo válido en las sociedades democráticas para hacer valer la voluntad de los pueblos. Tenemos los urnas. Pero cuando los ganadores de los eventos electorales no honran sus puestos con integridad y respeto, además de las urnas, las calles son un arma no solo válida sino poderosa. Aprendimos que la protesta no es sinónimo de anarquía sino que puede ser una pieza importante para la validación del orden social al que aspiramos todos.

El 2019 también deja -para quien quiera aprenderla- una lección de transparencia. Nos afirma que los funcionarios públicos deben exhibir la mayor accesibilidad a la hora de rendir cuentas sobre sus acciones en el contexto de sus cargos y, de igual forma, sobre el manejo del dinero de todos. Quien habla solo cuando conviene y calla cuando el silencio es arma de autoprotección no es transparente aunque diga serlo. Nos toca a todos exigirles cuentas y recordar sus silencios.

El 2019 como -consecuencia del pasado proceso electoral- también nos deja claro que prestar el voto por insignias y no por personas es peligroso. Muchos de los personajes de nuestra clase política con más bajo rendimiento son precisamente el resultado de esas cruces que requieren enorme compromiso partidista y poca lealtad al país. Ese mismo proceso electoral nos recuerda que nuestro voto no debe confiarse a figuras solo porque sus rostros nos parecen conocidos. Ver o escuchar a los candidatos constantemente en noticiarios, periódicos, paneles radiales o El Guitarreño no garantiza que sean merecedores de la confianza de nuestro voto. Conocer los rostros es importante. Pero conocer y entender sus ideas, aún más.

El tiempo -y nuestras acciones- confirmarán si las lecciones del 2019 y sobre todo de ese verano aleccionador, llegaron para quedarse o si, por lo contrario, se fueron con el otoño como ropa de temporada que se usa un ratito y luego se descarta.

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