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Opinión de Carla V. Correa Cepeda: ¿Quién ha ganado con la prohibición del cannabis?

Lee la columna de opinión de Carla Correa Cepeda

Carla Correa Metro PR

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El tema de la despenalización del cannabis, o cáñamo, va y viene. Los argumentos de personas a favor y en contra son infinitos. Queremos copiar estrategias de otros países, que en muchas ocasiones no guardan ninguna relación con nuestra realidad. Es tiempo de analizar información basada en la ciencia y la historia, para entender el origen y la efectividad real de las medidas de criminalización, abstinencia, ley y orden.

Desde una perspectiva histórica, las drogas están en el mundo desde sus orígenes, y no fueron problema cuando su uso se limitaba a contextos culturales, religiosos y recreacionales. ¿Sabía de las guerras del opio (1839) entre China y Gran Bretaña? Pues no la causaron los usuarios, sino la comercialización de parte del imperio británico. Más cerca de nosotros, en la primera parte del siglo XX, la prohibición de productos como alcohol, tabaco, coca, cáñamo, empezó en Estados Unidos con sectores de poder utilizando los discursos religiosos para acumular riquezas.

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Estos grupos empujaron leyes para impulsar un estilo de vida puritano protestante, de temperancia y de control frente a los placeres, logrando la prohibición de alcohol y más tarde las drogas en Estados Unidos, y Puerto Rico (Musto, 1999). Grupos de poder en Estados Unidos respaldaron este discurso punitivo, pues coincidía convenientemente con sus intereses. Para ellos, el uso de la marihuana, la coca y el opio eran prácticas de razas inferiores que afectaban a la cultura “civilizada” (Villa y Gutiérrez, 2013).

Utilizaron la justificación moral como excusa perfecta para controlar y reprimir a las minorías mediante la prohibición y criminalización de sus costumbres. Ahí empezó un proceso que demoniza y culpa a las minorías sociales por los males inherentes a la sociedad capitalista. Lamentablemente, esa dinámica todavía la vemos hoy en Puerto Rico: a quien consume la droga le va peor que a quien la comercializa.

En aquel momento, algunas empresas aprovecharon para adelantar sus intereses comerciales. Por ejemplo, el sector industrial algodonero en el sur de Estados Unidos y la familia de industriales Dupont vieron que la prohibición del cáñamo causaría la destrucción de lo que en ese entonces era el producto principal en el mercado de textiles y sogas. Al apoyar la ilegalización del cáñamo y la marihuana, aseguraron que el algodón y la fibra sintética desarrollada por Dupont, llamada nilón, pudieran acaparar el mercado que por siglos dominaron los productores de cáñamo. De ahí que invirtieron recursos económicos para empujar la ilegalización de la marihuana (Musto, 1999).

En la historia encontramos ejemplos de que lo que genera la violencia del narcotráfico y lo que dificulta el manejo del uso de las drogas, es la ley que criminaliza su posesión y su mercado. Le invito a explorar esa historia, en lugar de repetir los argumentos de siempre, para hablar seriamente sobre si la prohibición es la mejor opción para evitar los daños y riesgos del consumo de drogas.

La autora es coordinadora del Proyecto Políticas de Drogas ConCiencia, de la organización Intercambios Puerto Rico.

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