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Opinión de Julio Rivera Saniel: "Hay un plan. Lo que no hay es Gobierno"

Lee la columna de opinión del periodista Julio Rivera Saniel

Este fin de semana volvimos a exponernos a unas imágenes que no son nuevas pero que no dejan de tener el efecto de sacudirnos. Aunque la sacudida dura muy poco. Hablo de esos visuales en los que se evidencia cómo la costa va perdiendo terreno ante el mar. En esta ocasión se trataba de Ocean Park, capturada en un vídeo que se volvió viral en el que la playa que vimos hasta días recientes desapareció para dar paso al mar que chocaba inclemente contra los cimientos de las casas y negocios de la zona.

Decía que no es una estampa nueva porque ya en 2019 habíamos visto con sorpresa cómo el mar ganaba terreno avanzando sobre calles, casas y negocios no solo allí sino en toda la isla. Escenas similares nos han llegado de las costa de Loíza y Luquillo; Rincon e Isla verde. PEro luego de la sorpresa y sustos iniciales, volvemos a la indiferencia. Una dinámica bastante estúpida en la que nos asustamos, olvidamos y -más tarde- volvemos al espanto. Cuando nos asustamos, denunciamos y reclamamos. Pero más tarde volvemos a olvidar. Como consecuencia, el Estado escoge también el olvido y esperar a la próxima crisis que le haga reaccionar, aunque sea un ratito.

Pero esa dinámica no funciona. Con las costas, las crisis está a la vuelta de la esquina. Pero como país no hemos elaborado el plan que se requiere para enfrentarlo. 

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Según los pronósticos de los expertos, terrenos en zonas como Ocean PArk o Isla Verde estarán bajo agua en algunos años gracias al aumento en el nivel del mar. A eso añada que  el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, única entrada a la isla para vuelos de todo el mundo, podría ver su pista bajo agua por el mismo motivo. Lo sabemos todos. Los ciudadanos han sido advertidos (escucha quien quiere escuchar) y el Gobierno también. Tanto que el director de la Autoridad de Puertos, Joel Pizá, admitió en vistas públicas en diciembre de 2020 el riesgo del aeropuerto y confirmó que el lugar está a solo nueve piés sobre el nivel del mar. A lo anterior sume que pidió medidas urgentes “antes de que sea muy tarde”. Según Pizá, en riesgo similar está el Aeropuerto Mercedita en Ponce. PEro más allá del “susto” inicial, al día de hoy tampoco existe plan. Tal vez, nuevamente, como en el pasado, aguardaremos a tener el agua al cuello. Esta vez literalmente.

Sabemos, pero preferimos hacernos de la vista larga. Sabemos que si no se inicia un plan para intentar retrasar el avance de las aguas en al costa, no solo negocios sino comunidades en toda la isla corren el riesgo de desaparecer. Sabíamos en muchos de esos casos que los lugares en donde esas comunidades y negocios serían enclavados no eran lugares aptos para la construcción. Fuimos advertidos que construir en primera linea de playa no era una idea sabia de planificación. Pero aun sabiendo, preferimos hacernos de la vista larga. A quienes nos alertaron les llamamos “terroristas ambientales” pero, como en la mejor justicia poética, el tiempo les ha dado la razón.

Hoy igualmente sabemos que decenas de construcciones aprobadas o pendientes en primera linea de playa tampoco son buena idea. Insistimos en aferrarnos a zonificaciones con décadas de retraso y aferrarnos a “leguleyadas” que -sabemos- desafían la ciencia y el sentido común. Diga lo que diga el papel. Insistimos en que el desarrollo es solo ese que reta constantemente los límites del balance ecológico, aunque sabemos las consecuencias a largo plazo porque, después de todo, la última la paga el diablo. Sabemos cual es la política pública. También qué dicen las leyes. Pero preferimos buscarles la vuelta para hacer que la excepción se convierta en la norma.

No, si es que no queda de otra que aceptar como cierta esa premisa que el reconocido geomorfólogo José Molinelli ha levantado hace décadas, no importa quién esté en el poder. Hay leyes, sabemos lo que dicen, existen planes. Lo que no existe es Gobierno que los ejecute.

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