“Ya no tengo ninguna intención de sacrificar mi vida, mi tiempo, mi libertad y la adolescencia de mis hijas, así como su derecho a estudiar adecuadamente, por quienes se niegan a vacunarse. Esta vez se queda usted en casa, no nosotros”, dijo Emmanuel Macron, presidente de Francia.
El líder francés anunció la semana pasada varias medidas para presionar a los franceses a vacunarse ante la indiferencia de millones de ellos que ven cómo va aumentando drásticamente los contagios, hospitalizaciones y muertes, incluyendo de la variante Delta, y aún así no quieren protegerse con la vacuna.
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Sí, la vacuna no evita que una persona pueda contagiarse, pero reduce sustancialmente los síntomas, hospitalizaciones y muertes, que es el verdadero problema de esta pandemia. En Puerto Rico quedó demostrado que funciona cuando cientos de miles se vacunaron y bajaron drásticamente las hospitalizaciones y las muertes. Los datos están ahí, punto. No bajaron estrictamente porque se lo encomendamos a Dios.
Para invalidar la eficacia de la vacuna y establecer que no hay que vacunarse, varias personas me indican que “con la vacuna hay personas que se han contagiado”, a lo que les respondo: “es que la vacuna no es para evitar contagio, es para reducir síntomas, hospitalizaciones y muertes”. Me constestan “¡Yo lo sé!”. Entonces, si lo sabe, ¿por qué lo plantea?
¿Qué propone Macron?
Desde ayer se exigiría certificado de vacunación o prueba negativa de COVID-19 para entrar a discotecas, museos, cines, teatros, etcétera.
Desde principios de agosto se requerirá certificado de vacuna en el transporte público de largo recorrido, centros comerciales, bares y restaurantes.
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A partir del 15 de septiembre la vacunación será obligatoria para el personal médico y ciudadanos que tengan contacto con personas “frágiles” o vulnerables. Las pruebas de COVID-19 ya no serían gratis y se pagaría cerca de 49 euros ($57.00) por prueba.
Francia no está excenta de changuitos, y no me refiero a los que no desean vacunarse, sino a los que se oponen al anuncio creando drama. El anuncio de Macron provocó que personas salieran a vacunarse y a protestar. ¿Los números? Cerca de 114,000 protestaron hablando de dictadura y de que Macron estaba llevando a los franceses a un holocausto. ¿Puede creer semejante ridiculez?
De otra parte, se informó que casi un millón se vacunaron en 18 horas y que 2.2 millones sacaron cita para vacunarse. O sea, cerca de tres millones a vacunarse versus 114,000 que protestaron.
En mi opinión, Puerto Rico debe emular a Macron. Los menos no pueden ser los que tomen control de cómo debe o quiere vivir la mayoría del país. Cuando lleguemos a la inmunidad de rebaño, el 30% de los no vacunados no pueden decidir cómo tiene que vivir el restante 70% que sí se vacunó. No podemos permitir volver a los cierres y llenar los hospitales porque haya personas que no quieren vacunarse. Sí, estoy conciente de que hay personas que no pueden vacunarse por razones de salud, pero eso es una minoría mucho más pequeña. En el caso de estas personas, exponerlas a contagio, a síntomas y muertes por asistir a un concierto, un museo, un restaurante o cualquier otro lugar, sería más irresponsable. Ahora, como ellos no pueden asistir a, por ejemplo, un restaurante, ¿entonces debemos ponerle candado a los restaurantes en Puerto Rico? La cultura de “si yo no gozo, no goza nadie” es igual de irrazonable. La vacuna es el pasaporte para regresar a la normalidad y si la inmensa mayoría se vacunó para recuperar su vida normal, ¿van a estar secuestrados por los que no quieren vacunarse? ¡NO!
¿Puede el estado obligar a una persona a vacunarse o a prohibir su entrada a un lugar sin estar vacunada?
Dijo el profesor de derecho constitucional, Carlos Gorrín Peralta: “Hay que tener cuidado con esta retórica de los derechos fundamentales porque los derechos fundamentales no son absolutos. Por supuesto que se pueden restringir en función de un fin público que lo justifique. El estado no se puede meter con la libertad individual si no tiene una justificación, pero si hay un interés que justifique, sí. No tengo duda de que en una pandemia mundial, con estas cifras que se han estado discutiendo, estamos ante una emergencia que require el ejercicio del poder y de reglamentación del estado. Es importante comprender el concepto de libertad. Libertad no es hacer lo que a uno le da la gana… la libertad es la facultad de uno hacer lo que tiene que hacer, y la libertad siempre se ejerce en un conglomerado, en una comunidad, en una sociedad y el derecho de cada quien no puede ir más allá para invadir los derechos de los demás”.
Con esa cita del catedrático recalco que en Puerto Rico estamos muy cerca, si no hemos pasado ya, del 70% de la inmunidad de rebaño y los intereses o creencias del 30% que no quieren vacunarse no puede ir por encima de los del 70% que ya están vacunados.
¿Les digo más? Aquí hubo lockdown casi total y se litigó su legalidad en el tribunal. La judicatura determinó que hay una emergencia y que en esas circunstancias el estado puede limitar nuestros derechos al punto de impedir movernos libremente. Exigirle que presente certificado de vacunación o prueba PRC negativa en áreas públicas es mucho menos y, si se pudo lo más, también se puede lo menos.